lunes, 24 de febrero de 2014

El maestro en la Institución Libre de Enseñanza

La figura del maestro para la Institución Libre de Enseñanza
     En tiempos en que los maestros se parecían mucho a funcionarios vitalicios y rutinarios, la Institución tuvo mucho interés en elevar la figura de los maestros, dignificar su figura, sacarles de la indigencia, formarles y potenciarles al máximo. Los maestros son lo más importante, y todo lo demás se evapora en la inutilidad si falta él. Dadme el maestro -decía Giner en una de sus más conocidas acotaciones- y os abandono el edificio, las instalaciones, la organización, los programas..., todo lo demás.
La vocación, severidad y probidad en la conducta y las dotes de investigación y exposición eran los elementos a tener en cuenta, según el artículo 18 de los Estatutos, para el nombramiento de profesores en la Institución y eran condiciones inexcusables: Todo profesor podrá ser removido cuando perdiese alguna de estas esenciales condiciones. En todas las fundaciones derivadas del espíritu institucionista se trataba de evitar por todos los medios la burocratización del maestro como consecuencia de los nombramientos vitalicios y la falta de estímulos. El maestro que soñaban los institucionistas no podía poner condiciones al impulso que surgía de él, ni trocar su labor por más o menos dinero, ni regatearle un minuto a su compromiso moral. Si no era así, no les interesaba para su proyecto.
La intuición era tanto un don del educador como una vía de relación del niño con el mundo. El educador asumía intuitivamente los caracteres originales y personalísimos del discípulo e iba estimulando su desarrollo, secundando su actividad, alimentando su maduración..., dejándole hacer. Y para ello se servía de la totalidad de las plurales y complejas provocaciones que ofrecía la vida real: la naturaleza, el arte, la familia, la industria, etcétera. Se trata de una enseñanza activa, porque el maestro tiene por misión alumbrar y alimentar la fuerza personal del educando; se trata también de una educación individualizada, porque, huyendo del uniformismo, acentúa y potencia su personalidad original.

   Cossío se opone radicalmente a lo que él llama el procedimiento de estampación, el que utiliza el prototipo de maestro-poseedor de la verdad contra el alumno calladito y neutro que injiere tal presunta verdad para luego reestamparla de memoria y mal digerida el día del examen. Exactamente igual, y por las mismas razones, se opone al libro de texto, cuya deglución a fuerza de codos aplasta cuidadosamente las tentaciones de la curiosidad estudiantil por la consulta de otros libros innecesarios. Para Giner y Cossío la enseñanza debe ser lo contrario de eso: una excitación permanente a la actividad, a la curiosidad, a la búsqueda: No enseñar las cosas, sino enseñar a hacerlas.   

¿Dogma o tolerancia en la escuela? (Institución Libre de Enseñanza)

Dogma o tolerancia


Giner tenía muy claro que debía excluirse «la enseñanza confesional o dogmática», según su propia expresión, no solo de las escuelas del Estado, sino también de las privadas. Desde esta perspectiva, su insistencia en la neutralidad de la educación se enriquece con una nueva dimensión, relacionada con la vida en común. Formar individuos capaces de emanciparse de la tutela sectaria de los dogmas es la condición previa para una convivencia en libertad. Y es que no puede haber tolerancia sin respeto a las opiniones ajenas, por más que puedan chocar frontalmente con nuestras convicciones más íntimas y arraigadas. Pero esa disposición no es innata, sino que solo puede ser aprendida en el transcurso de un desarrollo educativo correctamente orientado. La tolerancia era para Giner un valor, un valor inmanente al hombre. Giner dice en sus Estudios sobre la educación: «si hay una educación religiosa que deba darse es la de la tolerancia positiva, no escéptica e indiferente, de las simpatías hacia todos los cultos y creencias».
Alzar la bandera del laicismo frente al dominio de lo eclesiástico-clerical, reivindicar la libre discusión frente al dogmatismo tomista o desarrollar la educación activa e integral frente a la enseñanza memorística, probablemente, era la actitud más progresista que esta sociedad era capaz de generar.
La Institución se propone como escuela neutral, es decir, como una escuela que promueve un sentido religioso general de la vida con independencia de las formas de manifestación concreta y ritual de ese sentido y sin adelantar, en ningún caso, verdadera confesión alguna. Y ello obedece, entre otras cosas, a la decisión de mantener a la escuela apartada de las pasiones y enfrentamientos que dividen a los hombres que determinan tantas veces, según ellos por falta de educación, la aparición de un ciego instinto de exterminio por parte de aquellos que se creen en posesión de la verdad. Para ellos, la escuela tiene que crear por encima de eso un profundo sentimiento de solidaridad humana en la pluralidad, una convicción que haga a todo individuo algo sagrado en cuanto ser humano, y más cercano que distante de nosotros en cuanto miembro de otra confesión u otro partido. Sólo así, en opinión de estos educadores, no se lesionan los elementos centrales del humanismo integral que se encuentran como un germen en la personalidad del niño.


Principios pedagógicos de la Institución Libre de Enseñanza

Los principios pedagógicos de la Institución Libre de Enseñanza
1. El principio fundamental es educar a sus alumnos, que incluye la instrucción de todas las funciones y energías del cuerpo y del alma. Para ello es primordial el principio de la «reverencia máxima que al niño se debe». Ajena a todo particularismo religioso, filosófico y político, se propone sembrar en la juventud, con la más absoluta libertad, la más austera reserva en la elaboración de sus normas de vida y el respeto más religioso para cuantas sinceras convicciones consagra la historia.
2. Pretende despertar el interés de sus alumnos hacia una amplia cultura general, de múltiple orientación, cada época especialmente exige, para cimentar luego en ella, según les sea posible, una educación profesional de acuerdo con sus aptitudes y vocación, escogida más a conciencia de lo que es usual; tiende a prepararlos para ser en su día científicos, literatos, abogados, médicos, ingenieros, industriales...; pero sobre eso, y antes que todo eso, personas capaces de concebir un ideal, de gobernar con sustantividad su propia vida y de producirla mediante el armonioso consorcio de todas sus facultades.
3. La coeducación es un principio esencial del régimen escolar. No existe fundamento para prohibir en la escuela que uno y otro sexo viven como en la familia y en la sociedad. Juzga la coeducación como uno de los resortes fundamentales para la formación del carácter moral, así como de la pureza de costumbres, y el más poderoso para acabar con la actual inferioridad positiva de la mujer, que no empezará a desaparecer hasta que aquélla se eduque, en cuanto a la cultura general, no sólo como, sino con el hombre.
4.  Aspira a que sus alumnos puedan servirse pronto y ampliamente de los libros como fuente capital de cultura; pero no emplea los llamados «de texto», ni las «lecciones de memoria» al uso, por creer que todo ello contribuye a petrificar el espíritu y a mecanizar el trabajo de clase, donde la función del maestro ha de consistir en despertar y mantener vivo el interés del niño, excitando su pensamiento, sugiriendo cuestiones y nuevos puntos de vista, enseñando a razonar con rigor y a resumir con claridad y precisión los resultados. La clase no sirve para «dar y tomar lecciones», o sea para comprobar lo aprendido fuera de ella, sino para enseñar y aprender a trabajar, fomentando, que no pretendiendo vanamente suprimir, el ineludible esfuerzo personal, si ha de haber obra viva, y cultivándolo reflexivamente, a fin de mejorar el resultado.
5. La Institución considera indispensable para la eficacia de su obra la activa cooperación de las familias. Nada es tan nocivo para la educación del niño como el manifiesto o latente desacuerdo entre su familia y su escuela. Nada, por el contrario, tan favorable como el natural y recíproco influjo de una en otra.
6. La educación elemental y la secundaria no pueden separarse. Forman un proceso continuo que también debe extenderse a las universidades con los mismos métodos.
7. Las clases deben ser una conversación, familiar e informal entre maestros y alumnos, llevados por un espíritu de descubrimiento: métodos intuitivos, realidades en vez de abstracciones, objetos en vez de palabras, diálogo socrático, el aula debe ser un taller, el maestro un director, los alumnos una familia.
8. La disciplina no puede basarse en castigos, sino en la idea de la corrección y la reforma. Los juegos y otras actividades libres son lo que da la mejor oportunidad para observar las inclinaciones de los niños. La obediencia a la ley debe excluir todo predominio de la voluntad independiente o de un poder dictatorial.
9. Se propugna el principio de la pedagogía activa y en íntimo contacto con la vida, el método intuitivo, expresión acuñada por Pestalozzi y Frobel. Cuando se funda la Institución Libre de Enseñanza, la influencia teórica central viene de estos dos pedagogos y, aunque nunca se abandone del todo, el método intuitivo va modernizándose y enriqueciéndose al contacto cotidiano con las ideas de aquí y de allí hasta alcanzar unas dimensiones plenamente contemporáneas por obra del genio educador de Manuel Bartolomé Cossío.

10. Pone gran interés la Institución en formar en la salud y la higiene, el decoro personal de hábitos y maneras; la amplitud, elevación y delicadeza del sentir; la depuración de los gustos estéticos; la tolerancia, la alegría, la serenidad, la conciencia del deber, la lealtad, la disposición a vivir como se piensa. Utiliza el trabajo intelectual sobrio e intenso, el juego corporal al aire libre, la relación con la naturaleza y con el arte. Reniega del sistema corruptor de exámenes, de la emulación, de los premios y castigos, del espionaje hacia los alumnos.
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Cuando uno lee estos principios pedagógicos de la Institución Libre de Enseñanza, nacidos en el último tercio del siglo XIX, vigentes aún en el mundo más avanzado de la educación, y comprueba, a la vez, la realidad actual de la educación en España, no puede uno menos de echarse las manos a la cabeza y pensar: ¿Pero qué está ocurriendo, en nuestro país, que no se acierta a tomar conciencia de lo importante que es la educación para cualquier pueblo? ¿Por qué no se ha alcanzado un acuerdo social amplio sobre educación, durante toda la transición democrática? ¿Cómo es posible que, teniendo estos antecedentes como los de la Institución Libre de Enseñanza, los partidos gobernantes, de uno y otro signo, los ignoren y sigan dando palos de ciego en una materia de tanta trascendencia social? ¿A ver si al final, tenemos que reconocer que somos un pueblo menos avanzado social y culturalmente de lo que creemos?
Lo que está ocurriendo con la educación, durante toda la transición, y con la sanidad, en los últimos años, así parece confirmarlo. Pues bien, no lo olvidemos, estos son los dos primeros índices (la educación y la salud) del nivel y del progreso cultural y social de cualquier pueblo. ¿Hasta cuándo vamos a seguir así? Eso parece que va a depender más de los ciudadanos que de los políticos gobernantes, pues éstos, encerrados -como están- en su burbuja de privilegios, siguen haciendo oídos sordos a los graves problemas sociales que padecen los sectores más débiles de la sociedad, cada vez más amplios. 






LA INSTITUCIÓN LIBRE DE ENSEÑANZA

LA INSTITUCIÓN LIBRE DE ENSEÑANZA

La Institución Libre de Enseñanza fue fundada en 1876 por un grupo de catedráticos (entre los que se encontraban Francisco Giner de los Ríos, Gumersindo de Azcárate y Nicolás Salmerón), separados de la Universidad por defender la libertad de cátedra y negarse a ajustar sus enseñanzas a los dogmas oficiales en materia religiosa, política o moral. Ello les obligó a proseguir su tarea educadora al margen de los centros universitarios del Estado, mediante la creación de un establecimiento educativo privado, cuyas primeras experiencias se orientaron hacia la enseñanza universitaria y, después, a la educación primaria y secundaria.
No ha existido en España una época tan importante, en el mundo de la educación, como la que vivió la Institución Libre de Enseñanza. Esta Institución defiende la escuela laica y los principios y valores como el diálogo, la tolerancia, la justicia, la paz y el respeto a todas las creencias religiosas así como la propia espiritualidad humana. Defendió también los ideales de la España liberal e intentó crear una sociedad más racional, más justa y más humana. Gozó de un gran prestigio en España y en el extranjero hasta la guerra civil, y fue el primer intento de modernizar la educación en España. Hoy sigue siendo un punto obligado de referencia en el mundo de la educación, pues ninguna de las leyes de educación, en la democracia reciente de nuestro país, han intentado renovar la educación y liberarla de toda presión de poder; ninguna ha nacido de un consenso social, como ocurre en los países más avanzadas en educación, sino que más bien han servido y sirven a los intereses de los partidos gobernantes y del capitalismo conservador (mal llamado neoliberal).

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Institución libre de enseñanza (ILE), enseñar y aprender


La Institución Libre de Enseñanza fue disuelta por un BOE de 28 de mayo de 1940. En 1978, tras casi cuarenta años de silencio, de destierro, de dolor… volvió a la actividad la Fundación Giner de los Ríos y en 1985 se produjo la devolución del emblemático local de la ILE de la calle Martínez Campos de Madrid. Recuperar en un estado muchas veces ruinoso parte del patrimonio –físico y simbólico- incautado a la Institución tras la guerra civil ha sido un proceso largo y lleno de dificultades.
En ningún momento se planteó la posibilidad de volver a abrir un centro educativo: demasiadas dudas y demasiadas dificultades: inversiones económicas, especialización... Hoy la Institución Libre de Enseñanza es un espacio para la reflexión: la Fundación Giner de los Ríos, la Agrupación de Antiguos Alumnos, la segunda época del BILE. Hoy la Institución Libre de Enseñanza es, por encima de cualquier otra cosa, un referente que resume lo mejor de nuestra tradición pedagógica. En estos días en los que no se encuentran modelos, los ideales de ilustración de los hombres y mujeres de la Institución continúan tan vigentes como su ideario pedagógico que podría resumirse en los siguientes conceptos: "trabajo intelectual sobrio e intenso, juego corporal al aire libre, larga y frecuente intimidad con la naturaleza y con el arte, contra el sistema corruptor de exámenes, de emulación, de premios y castigos", la libertad en educación, neutralidad, la coeducación y la educación femenina, la educación estética, la educación física, la educación moral, la escuela activa, la escuela unificada, la importancia de las bibliotecas escolares.