"Cuando afrontas
un problema desde el corazón ganas siempre,
porque en él no hay perdedores"
Carlos González
Carlos González es licenciado en
Ciencias Físicas y Divulgador de los Nuevos Paradigmas Científicos. El
Lic. González tiene 24 años de experiencia como
maestro de matemáticas y física para adolescentes. Además lleva 14 años
dando conferencias y talleres sobre crecimiento personal. También es autor de
"Veintitrés maestros, de corazón", su primera novela, en la que
narra las aventuras de 22 adolescentes y su maestro en la búsqueda del
empoderamiento: todo un salto cuántico en la enseñanza.
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Silvia
Patrono-¿Por qué dejaste el camino de la enseñanza oficial? Por enseñanza
oficial me refiero a la educación en una escuela media tradicional.
Carlos González- Todo
en mi entorno y en mi interior indicaba que había terminado una etapa en mi
vida. El ambiente era asfixiante para mí, pues me veía obligado a hacer cosas
en contra de mi sentir, entrando en contradicción con lo que yo estaba tratando
de comunicar a mis alumnos. El no ser un ejemplo de lo que trataba de enseñar
me convertía en un falso maestro. Me marché para poder desplegar libremente mi
autenticidad, por respeto a mi propio ser. A esto debo añadir que me sentía
“embarazado” de nuevas ideas, necesitaba darlas a la luz. Siempre he sido un
amante de la divulgación, la vida me daba una oportunidad para poder ejercerla
como profesional.
S.P.-¿Qué significa ser un divulgador del Nuevo Paradigma
Científico?
C.G.-Occidente, fascinado por la materia, creó la Física para
investigarla. El método científico catapultó los logros, permitiendo un desarrollo
tecnológico como nuestra historia conocida no ha registrado jamás. Cuando la
Física traspasó los límites del átomo, la materia desapareció ante sus ojos,
por lo menos, la idea que se tenía de ella. El materialismo, que hasta entonces
había sido el espacio creador de todas nuestras ciencias experimentales, fue
trascendido, y por primera vez el investigador se encontró fuera del
espacio seguro de los estamentos que le habían cobijado hasta entonces. Esto
hizo que muchos de los físicos fundadores de la Cuántica llegaran a tener
crisis existenciales. Poco a poco, se fue descubriendo que el observador no se
podía separar de lo observado; que había algo sutil que los conectaba. Se
desveló la existencia de un mundo más allá de nuestros sentidos físicos: el
universo de la conciencia. Ésta era la creadora de todo lo visible. La Ciencia
de la Conciencia había nacido. Los conocimientos que abarca constituyen
los Nuevos Paradigmas. Esta nueva ciencia, que englobaría también todas las
anteriores, trae consigo un gran regalo: nos convierte a todos en científicos,
por el simple hecho de que el laboratorio para investigar nos acompaña siempre
a todos los humanos: es nuestra propia conciencia. Imaginemos por un momento el
potencial inmenso que poseería una sociedad donde todo el mundo fuese un
investigador, y además en la que todos los conocimientos estuviesen integrados
en el marco de la conciencia. Cosas como la competitividad carecerían de todo
sentido, estaríamos ante una humanidad capaz de realizar todos los sueños
que se propusiera. Divulgar estas posibilidades constituye una parte
fundamental de mis sueños, y fue el impulsor que me llevó a encerrarme durante
nueve meses, toda una gestación, para escribir “Veintitrés maestros, de
corazón”