Gerald Hüther es un científico que trabaja en el campo de la neurociencia experimental en la Universidad de Göttinga, en Alemania. Ha estudiado durante años los trastornos del desarrollo del cerebro, y dirige un centro de Investigación sobre Neurobiología, y es autor de numerosos estudios y libros.
La neurociencia, con su estudio sobre el cerebro humano, está aportando mucho al verdadero conocimiento del hombre y, por ello, a la educación. Los innumerables prejuicios y errores, en relación con el poder y la superioridad del varón sobre la mujer, se están viniendo abajo. Un ejemplo reciente es el libro “Hombres, el sexo débil y su cerebro”, de Gerald Hüther.
"El hombre es el sexo débil, es una cuestión metabólica"
¿Para qué sirven los hombres?
Biológicamente servimos para ser exploradores, pero no somos
importantes para la reproducción.
¿Ah, no?
Estamos diseñados para abrir nuevos caminos y las ideologías también
son cosa nuestra; pero con la eyaculación de un solo hombre se podría
reproducir a la población de Norteamérica dos veces. Nacemos con una dificultad
biológica.
¿Dificultad biológica?
Sólo tenemos un cromosoma X y eso nos hace más débiles. Las mujeres
tenéis una fortaleza que el hombre no tiene. El hombre es el sexo débil, es una
cuestión metabólica, de cómo funciona y está organizado el cuerpo.
Entonces, ¿por qué mandan tanto?
Precisamente porque somos débiles necesitamos coger de fuera. Los que
tienen el poder son los hombres más débiles. El primer hombre moderno, el
primer hombre fuerte, fue Jesucristo, porque no se dedicó a apropiarse cosas de
fuera, sino a dar.
Cuanto más débil eres más necesitas tomar el
poder de fuera, ¿es eso?
Sí, y ya se nota desde la infancia: los bebés varones tienen una
tendencia mucho mayor que las niñas a mirar alrededor en lugar de mirar
directamente a los ojos, buscan todo tipo de anclajes en el exterior, y para
jugar escogen objetos resistentes y fuertes.
Pues van cargaditos de testosterona.
La generamos para fortalecer nuestro cerebro, nos da el empuje que
necesitamos para que determinados procesos se den con mayor impulso, pero se
dan desconectados. Y es la responsable del aspecto físico masculino.
¿Y si castramos al niño?
Cambiará su cuerpo, pero no su cerebro, porque está determinado desde
lo prenatal.
¿Hay algo que determine la formación de un macho
o una hembra?
Los machos son producto del azar, de las circunstancias o de la
decisión de la madre.
¿Decisión de la madre?
Existen las tres posibilidades. En algunos casos las condiciones
medioambientales determinan la producción de machos o hembras. En el caso de
los cocodrilos, nacen machos sólo si la temperatura es óptima. En el caso de
las pulgas de agua, las madres determinan qué sexo tendrá la prole.
¿...?
Por regla general se reproducen asexualmente: hembras que engendran
hembras, pero cuando la charca empieza a secarse engendran machos que se
aparean con las hembras para producir los huevos de invierno, que sobreviven si
la charca se seca.
Pero los hombres no son caracoles, ni cocodrilos,
ni pulgas de agua.
Si atendemos a las estadísticas, aristócratas y burguesas acaudaladas
traen al mundo con sorprendente regularidad más hijos que hijas, igual que las
zarigüeyas, los hámsters, los monos araña de rango alto y las nutrias cuando
están bien alimentados.
¿Las hembras dominantes suelen tener más hijos
varones?
Sí, y bajo determinadas condiciones en las que las mujeres no se
sienten bien, están estresadas y las condiciones del embarazo son peores, nacen
menos niños. Y todo esto ocurre en los primeros dos meses del embarazo. Los
embriones masculinos mueren si el futuro es incierto.
¿Dónde hallan ustedes su fortaleza?
Una fuente importante es pertenecer a grupos de chicos y jugar
determinados roles que marca la sociedad según necesidades.
¿Modelos culturales?
Sí, cuando hacen falta soldados se favorecen, cuando hacen falta
empresarios o inventores se favorecen. La debilidad biológica de los varones
provoca que ellos acepten desarrollar ese tipo de roles que les prometen el
poder y la fuerza y que se favorecen desde el hogar, el colegio, la
televisión...
La exigencia es social, no biológica.
Sí, pero afecta a la estructura cerebral. Es como los chavales
viciados con los videojuegos: han desarrollado una parte de su cerebro para ser
hábiles en esos juegos, y les impide ser buenos en otros campos.
¿En qué punto está el cerebro del hombre moderno?
No tiene claro qué tipo de rol debe interpretar para poder llegar a
ser importante. Pero su cerebro ya no es tan lineal, se desarrolla de forma
mucho más abierta, y por eso hay tanto hombre que se comporta de manera
insegura. Algunos debido a esa inseguridad buscan la fortaleza y otros la
autenticidad.
¿Qué tenemos que saber las mujeres sobre el
cerebro masculino?
Que los hombres siempre están intentando jugar un rol determinado
–frecuentemente ni siquiera son conscientes de ello– y que detrás de esa
fachada hay un hombre que tiene posibilidades de desarrollar su propia
autenticidad.
Eso suena bien.
En el pasado, para convertirse en machos alfa necesitaban coger el poder
de los otros (naturaleza, animales, mujeres, hombres); ahora por primera vez
(ya que seguir un rol no garantiza el éxito) se sienten atraídos por la idea de
dar, por la empatía y la autenticidad. Quizá están encontrando su propia
fortaleza interior que les hace capaces de dar. Se trata del hombre que
transforma.
Qué bien.
... Pero necesitamos la ayuda de las mujeres. Las madres tienen un
gran poder para generar o no la práctica de roles; un gran poder en la
programación del cerebro del hijo.
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