La
música y la educación integral y holística
“Cuando la música entra en la vida de un
niño, deja de ser pobre” (J. A. Abreu)
“La música no es una materia, una asignatura.
Es parte de la vida misma, es la base de toda educación” (K. Pahlen)
Tratamos
aquí de la llamada Nueva Educación, una
educación integral y holística, no de la enseñanza tradicional, que hemos
recibido y que se encuentra en plena decadencia en la actualidad, debido a sus
muchas contradiciones internas y, sobre todo, a que obedece a una visión del
mundo de la época industrial y de la ciencia clásica mecanicista, superada,
hoy, por una nueva visión del mundo y de la naturaleza, así como por la
conciencia cada vez más generalizada de estar viviendo en una nueva época, muy
diferente a la anterior. Aquí radica la grave crisis que está atravesando esta
mal llamada “educación”, ya que solo ha sido una “enseñanza”, una
“instrucción”, centrada en la adquisición de conocimientos externos y ajena a
las verdaderas necesidades del niño y del adolescente. “El cientificismo penetró en la
educación y la convirtió en simple instrucción”, dice Gallegos Nava.
La música, como medio de comunicación universal, posee un papel de suma
importancia en el desarrollo humano, y es precisamente la educación el medio
idóneo para su conocimiento y difusión.
Por
eso, E. Willems, como buen educador, quiere dejar bien clara, desde el
principio, la diferencia entre la educación musical y la instrucción o la
enseñanza. “Aquella -dice- es, por naturaleza, humana en esencia y sirve para
despertar y desarrollar las facultades humanas”, y hace esta clara
diferenciación: “Mediante la instrucción se informa, con la enseñanza se
imparten conocimientos, con la educación se forma”. Señala también que el
concepto de educación es más o menos moderno, por lo que hasta ahora lo que ha
predominado es la instrucción o la enseñanza, y recuerda que esta siempre viene
de fuera, mientras la educación surge en nuestro interior.
Es
evidente la importancia de la música y la conciencia para la transformación de
la humanidad y el nacimiento de un nuevo ser humano, y solo a través de a
música pueden llevarse a cabo realmente esa transformación y ese nacimiento, de
forma que las tres: música, conciencia y educación constituyen tres pilares en
que ha de sustentarse ese cambio fundamental. Después de las investigaciones
que se han llevado a cabo, en el campo de la educación integral y holística, y
con la ayuda de la neurociencia y la psicología, hoy se defiende la idea de que
la educación es un proceso de despertar de la conciencia o no es educación. Es
a esta educación, que considera que la esencia de la vida es la armonía, no el
conflicto, a la que nos referimos aquí y a la que la música sirve como un apoyo
esencial. “Se debe considerar la música como uno de los primeros elementos de
la educación, y su pérdida o su deterioro es el signo más consumado de la
decadencia de los imperios”, escribió Confucio.
Aunque
el término paradigma no es habitual
en los libros sobre música, ni siquiera en los últimos decenios, hemos de
reconocer que estamos en un cambio de paradigma a nivel global, también en la
educación y la música, y en el que es habitual el trasvase de ideas y de
corrientes artísticas, y donde es preciso considerarlo todo unido, no separado,
“no hay nada separado, si no es en nuestras mentes”, una afirmación habitual en
el esoterismo, y confirmada, hoy, por la ciencia moderna. No puede existir una
educación al margen de la música y la creatividad artística, porque ambas son
aspectos fundamentales y específicamente humanos. Por eso, esta defensa que
hacemos de la música y la educación, supone un gran avance en el progreso
natural de la humanidad, y ha de desarrollarse, en el futuro, con un nivel de
conciencia superior, como una manifestación y una consecuencia de la evolución
y el progreso humanos.
Debido
a la falta de investigación al respecto, en especial en la educación, apenas
son conocidas estas semejanzas entre la música y la educación:
* La música se presenta ante nosotros en dos
planos, o en dos estados, como dice Stravinsky: el del compositor y el del
intérprete. Algo semejante ocurre en la educación, pues esta necesita -en su
propia esencia- dos clases de educadores: educadores por naturaleza (los
padres) y educadores por formación (los profesionales de la educación). Así que
ambas -música y educación- son duales en sí mismas y tienden a formar una verdadera
simbiosis:
- El artista creador y el artista
intérprete, en el mundo de la música
- Los padres y los profesionales de la
educación, en el mundo de la educación
* Hay también una semejanza entre el músico y
el educador (o el maestro), en cuanto a la falta de consideración social de
ambos. Respecto al músico, es evidente la marginación que sufren tanto él mismo,
como los estudios y centros oficiales de música. El educador y el maestro, por
su parte, son vistos como profesionales de segunda categoría. Esa marginación
también es evidente, si comparamos, socialmente, a ambos (músico y educador)
con otros profesionales: médico, abogado, arquitecto, ingeniero, etc.
* Hay una
tercera semejanza, de gran importancia. Música y educación son dos ciencias y
dos artes de futuro, más que de presente inmediato, porque la sociedad, en
general, no ha logrado captar y comprender aún la trascendencia social y
cultural de ambas, como la base fundamental para el desarrollo del ser humano y
de la propia sociedad; por eso, una y otra son dos grandes desconocidas, dos
asignaturas pendientes. Y ello, a pesar de que la música y la educación poseen un
poder y un campo de acción interminables, pues son capaces de llenar toda la
vida humana, desde el nacimiento a la muerte.
Recordemos al pianista y pedagogo Daniel Levy: “En una cultura más madura, la
música tendrá una significación más amplia… La música nos permitirá descubrir
los esquemas reales del universo, la importancia de las galaxias, las estrellas
y quién es el planeta Tierra como un
todo”.
A ello
podemos añadir la relación que existe entre la educación y la música,
por un lado, y la espiritualidad y la
feminidad, por otro. Así es, esa
falta de comprensión social que han sufrido la música y la educación, la
padecen igualmente la espiritualidad y la feminidad, dos aspectos esenciales de
la vida humana, desconocidos en su verdadero contenido y manipulados por los
poderes autoritarios y dogmáticos para un mayor control de los ciudadanos. Pero
este siglo XXI se está caracterizando por el desplome de esos poderes y sus
estructuras mentales y sociales, basadas -como hemos visto- en el sistema
patriarcal, la revolución industrial y la ciencia clásica. Por ello, están
emergiendo nuevas ideas que afectan esencialmente a los prejuicios y
convencionalismos sociales dominantes, ideas que traen un aire renovado y una
nueva visión de la naturaleza y de la vida, más objetivas y ajustadas a la
verdadera esencia del ser humano. Estas ideas afectan, de forma especial, tanto
a la educación y la música, como a la espiritualidad y la feminidad, cuatro
áreas de la vida humana discriminadas y manipuladas, que están irrumpiendo con
fuerza en todo el mundo y que caracterizan los profundos cambios que se están llevando
a cabo, en los comienzos de este nuevo siglo y nuevo milenio.
Y acerca
de la música y de la educación, como dos artes y dos ciencias de futuro, traemos esta cita de la
psicóloga esotérica, A. Bailey, hablando del reestablecimiento de Los Misterios
(los secretos que serán desvelados a la humanidad cuando esté preparada): “Los Misterios restablecerán el
color y la música para el mundo, tal como esencialmente son, y lo harán de tal
manera que el arte creador actual será, para ese nuevo arte creador, lo que los
pequeños bloques de madera con que juega el niño, son para una gran catedral
como la de Durham o Milán. Cuando sean restablecidos los Misterios, harán
realidad -en forma incomprensible ahora para ustedes- la naturaleza de la
religión, el propósito de la ciencia y la meta de la educación, los cuales no
son lo que creen ustedes hoy”.
Julio Ferreras, educador, catedrático jubilado de IES
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