Los principios pedagógicos de la Institución Libre de Enseñanza
1. El principio fundamental es educar
a sus alumnos, que incluye la instrucción de todas las funciones y energías del
cuerpo y del alma. Para ello es primordial el principio de la «reverencia
máxima que al niño se debe». Ajena a todo particularismo religioso, filosófico
y político, se propone sembrar en la juventud, con la más absoluta libertad, la
más austera reserva en la elaboración de sus normas de vida y el respeto más
religioso para cuantas sinceras convicciones consagra la historia.
2. Pretende despertar el interés de
sus alumnos hacia una amplia cultura general, de múltiple orientación, cada
época especialmente exige, para cimentar luego en ella, según les sea posible,
una educación profesional de acuerdo con sus aptitudes y vocación, escogida más
a conciencia de lo que es usual; tiende a prepararlos para ser en su día
científicos, literatos, abogados, médicos, ingenieros, industriales...; pero
sobre eso, y antes que todo eso, personas capaces de concebir un ideal, de
gobernar con sustantividad su propia vida y de producirla mediante el armonioso
consorcio de todas sus facultades.
3. La coeducación es un principio
esencial del régimen escolar. No existe fundamento para prohibir en la escuela
que uno y otro sexo viven como en la familia y en la sociedad. Juzga la
coeducación como uno de los resortes fundamentales para la formación del carácter
moral, así como de la pureza de costumbres, y el más poderoso para acabar con
la actual inferioridad positiva de la mujer, que no empezará a desaparecer
hasta que aquélla se eduque, en cuanto a la cultura general, no sólo como, sino
con el hombre.
4. Aspira a que sus
alumnos puedan servirse pronto y ampliamente de los libros como fuente capital
de cultura; pero no emplea los llamados «de texto», ni las «lecciones de
memoria» al uso, por creer que todo ello contribuye a petrificar el espíritu y a
mecanizar el trabajo de clase, donde la función del maestro ha de consistir en
despertar y mantener vivo el interés del niño, excitando su pensamiento,
sugiriendo cuestiones y nuevos puntos de vista, enseñando a razonar con rigor
y a resumir con claridad y precisión los resultados. La clase no sirve para «dar
y tomar lecciones», o sea para comprobar lo aprendido fuera de ella, sino para
enseñar y aprender a trabajar, fomentando, que no pretendiendo vanamente
suprimir, el ineludible esfuerzo personal, si ha de haber obra viva, y
cultivándolo reflexivamente, a fin de mejorar el resultado.
5. La Institución considera
indispensable para la eficacia de su obra la activa cooperación de las
familias. Nada es tan nocivo para la educación del niño como el manifiesto o
latente desacuerdo entre su familia y su escuela. Nada, por el contrario, tan
favorable como el natural y recíproco influjo de una en otra.
6. La educación elemental y la
secundaria no pueden separarse. Forman un proceso continuo que también debe
extenderse a las universidades con los mismos métodos.
7. Las clases deben ser una
conversación, familiar e informal entre maestros y alumnos, llevados por un
espíritu de descubrimiento: métodos intuitivos, realidades en vez de
abstracciones, objetos en vez de palabras, diálogo socrático, el aula debe ser
un taller, el maestro un director, los alumnos una familia.
8. La disciplina no puede
basarse en castigos, sino en la idea de la corrección y la reforma. Los juegos
y otras actividades libres son lo que da la mejor oportunidad para observar las
inclinaciones de los niños. La obediencia a la ley debe excluir todo predominio
de la voluntad independiente o de un poder dictatorial.
9. Se propugna el principio de
la pedagogía activa y en íntimo contacto con la vida, el método intuitivo,
expresión acuñada por Pestalozzi y Frobel. Cuando se funda la Institución Libre
de Enseñanza, la influencia teórica central viene de estos dos pedagogos y,
aunque nunca se abandone del todo, el método intuitivo va modernizándose y
enriqueciéndose al contacto cotidiano con las ideas de aquí y de allí hasta
alcanzar unas dimensiones plenamente contemporáneas por obra del genio educador
de Manuel Bartolomé Cossío.
10. Pone gran interés la Institución
en formar en la salud y la higiene, el decoro personal de hábitos y
maneras; la amplitud, elevación y delicadeza del sentir; la depuración de los
gustos estéticos; la tolerancia, la alegría, la serenidad, la conciencia del
deber, la lealtad, la disposición a vivir como se piensa. Utiliza el
trabajo intelectual sobrio e intenso, el juego corporal al aire libre, la
relación con la naturaleza y con el arte. Reniega del sistema corruptor de
exámenes, de la emulación, de los premios y castigos, del espionaje hacia los
alumnos.
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Cuando uno lee estos principios pedagógicos de la
Institución Libre de Enseñanza, nacidos en el último tercio del siglo XIX, vigentes
aún en el mundo más avanzado de la educación, y comprueba, a la vez, la
realidad actual de la educación en España, no puede uno menos de echarse las
manos a la cabeza y pensar: ¿Pero qué está ocurriendo, en nuestro país, que no
se acierta a tomar conciencia de lo importante que es la educación para
cualquier pueblo? ¿Por qué no se ha alcanzado un acuerdo social amplio sobre
educación, durante toda la transición democrática? ¿Cómo es posible que,
teniendo estos antecedentes como los de la Institución Libre de Enseñanza, los
partidos gobernantes, de uno y otro signo, los ignoren y sigan dando palos de
ciego en una materia de tanta trascendencia social? ¿A ver si al final, tenemos
que reconocer que somos un pueblo menos avanzado social y culturalmente de lo
que creemos?
Lo que está ocurriendo con la educación, durante
toda la transición, y con la sanidad, en los últimos años, así parece
confirmarlo. Pues bien, no lo olvidemos, estos son los dos primeros índices (la
educación y la salud) del nivel y del progreso cultural y social de cualquier
pueblo. ¿Hasta cuándo vamos a seguir así? Eso parece que va a depender más de
los ciudadanos que de los políticos gobernantes, pues éstos, encerrados -como están- en su burbuja de privilegios, siguen haciendo oídos sordos a los graves problemas sociales que padecen los sectores más débiles de la sociedad, cada vez más amplios.
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