Educar para la honestidad en la política
La razón de emprender una educación para la honestidad en la política parece, hoy, más evidente y necesaria que nunca, debido al grave deterioro sufrido por la acción política de una buena parte de los políticos actuales. Este desprestigio de la política tiene muy graves consecuencias sociales. La primera, quizás sea esa idea -cada vez más consolidada- de que todos los que se meten en política lo hacen para enriquecerse y trepar, dando por entendido que la política es así. Y esto es un grave error, pues el hecho de que una parte de políticos ingresen en la política con esa finalidad, no justifica que la política sea así, es decir, algo corrupto de antemano. No, lo que significa es que esa sociedad, en la que se dan esos hechos, es una sociedad permisiva con la corrupción, pero de ello no se deduce que la Política -con mayúsculas- tenga que ser así. Sí es cierto que se trata de un campo presto a la corrupción, debido al inmenso poder que se llega a obtener y a la baja preparación de la mayoría de los que acceden a la política, pero no hay duda de que ha habido grandes políticos, a lo largo de la historia, grandes estadistas que han sabido hacer uso de ese poder para utilizarlo en beneficio de la sociedad a la que servían.
La Política -con mayúsculas- es aquélla de la que habla Platón en La República, donde expresa sabiamente
que el poder sólo debería concederse a los hombres que no lo adoran. Es decir,
aquellos que han alcanzado un grado elevado de autorrealización, que han
superado las etapas egoicas, son libres (liberados de las miserias humanas) y capaces de trabajar
pensando en el bien común antes que en lo personal. Por eso, la Política sólo
debería ser ejercida por las personas que han conseguido desarrollar todas -o al
menos la mayoría- de sus potencialidades, que no están dominadas por el
egoísmo, la ambición o la envidia, sino que están imbuidas del sentimiento de
unidad, de fraternidad y de entrega a los demás. Son los grandes servidores del
bien común. Esta clase de Política ha de interesar a todo el mundo, porque nos afecta muy directamente. Pero una señal de que las sociedades en que vivimos están
mentalmente enfermas, es que a la profesión de político puede acceder prácticamente cualquier persona, con las consecuencias
que todos conocemos: la corrupción, el servilismo y la falta de
responsabilidad.
Desgraciadamente no debe sorprendernos, pues los políticos -en cualquier
sociedad y más aún en las sociedades democráticas- no son más que el reflejo de
esa misma sociedad. Así, sería imposible encontrar políticos incultos, serviles,
deshonestos e irresponsables, en una sociedad culta, libre, honesta y
responsable. Por lo tanto, si queremos caminar hacia este tipo de sociedad, el objetivo de todo proyecto político -en las sociedades
democráticas- ha de ser liberar al pueblo del sufrimiento y la ignorancia, y
hacer a los hombres libres, como en la leyenda del rey Arturo. ¿Los políticos
de hoy están a la altura necesaria para llevar a cabo este proyecto político?
Hay demasiadas personas que ansían el poder, y en especial en la política -con minúsculas-,
como un intento de compensación a su frustración personal, a su falta de
autorrealización.
En consecuencia, es conveniente y necesario que los niños, los adolescentes y los jóvenes oigan hablar, en la familia y sobre todo en los centros educativos, de la Política con mayúsculas, para acabar con esos dichos como "a mí la política no me interesa", que sólo expresan la política con minúsculas, es decir, la mala política; ésa, es cierto que no debe interesar a nadie.
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