La salud y la educación, pilares básicos de la sociedad (1)
La salud y la educación caminan siempre juntas y han
de ser los objetivos principales en cualquier sociedad que desee el progreso y
el bienestar verdaderos de sus ciudadanos. La salud y la educación, si son
auténticas e integrales, ayudan a desarrollar las potencialidades que laten en
el interior de todo ser humano, y le llevan a un mejor conocimiento de sí
mismo. Por eso, el físico F. Capra afirma que el proceso terapéutico moderno ya
no se concibe como el tratamiento de una enfermedad, sino como una aventura en
la exploración de uno mismo.
No podemos hablar de una sociedad avanzada y adulta,
si sus miembros no gozan de buena salud y no poseen una educación que les haga
independientes y responsables. Hoy todo el mundo sabe que los servicios básicos
de cualquier sociedad son la salud y la educación. Dos aspectos que no parece
que estén, en todos los países, entre las preocupaciones fundamentales de los
gobernantes actuales. Según un informe de Amnistía
Internacional, un tercio de los países del mundo invierten más recursos en
las fuerzas armadas que en los servicios de salud. Parece que algunos de los
gobernantes, de talento más bien totalitario y dogmático, incluso en sociedades
democráticas, tienen miedo a esos ciudadanos sanos, cultos y responsables, probablemente debido a que son más difíciles
de controlar y de dirigir. Y no debemos olvidar que el miedo es un componente
significativo tanto de la falta de equilibrio psicológico como de la
ignorancia.
Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que los
países más avanzados son aquellos que tienen, entre sus prioridades
fundamentales, la salud y la educación, y para ello han firmado pactos de
gobierno entre los principales partidos políticos, considerando que ambas
constituyen -salud y educación- la base social sobre la que se asienta una
sociedad sana, próspera y equilibrada. El hecho de que cada partido en el
gobierno imponga su particular visión en la salud y la educación, es un índice
de que esa sociedad es más totalitaria que democrática.
Así pues, los fallos que se observan -como vamos a ver-
en las sociedades occidentales, tanto en la salud como en la educación, son
semejantes al ser estructurales y conceptuales. F. Capra, en su libro “El punto
crucial”, hace una detallada exposición de la situación de la salud en el mundo
occidental, y a él nos remitimos con frecuencia en el presente capítulo en lo
referente a la salud. Dice, por ejemplo, que hoy estamos asistiendo a una
profunda crisis de la asistencia médica en Europa y Norteamérica, a pesar de
los grandes adelantos de la medicina, pues “no parece -afirma- que la salud de
la población haya mejorado de manera significativa”. Podemos asegurar
que la salud pública ha mejorado más en cantidad que en calidad.
“La esperanza de vida es una estadística útil, pero no
basta para medir la salud de una sociedad. Para tener una imagen más exacta
hemos de prestar más atención a la calidad que a la cantidad”, dice el mismo
Capra. En efecto, lo importante no es llenar la vida de años, sino los
años de vida. La calidad y la cantidad forman una dualidad, y en toda dualidad
nuestra sociedad se halla polarizada en el extremo más visible; por eso,
prefiere la cantidad (años) a la calidad (vida). Pero, como vemos en otras partes del libro, eso es una
ilusión, un engaño, ya que en toda dualidad hay que buscar la unión de los
opuestos, encontrar el equilibrio entre ambos; de lo contrario, surge el desequilibrio.
En 1946, la Organización Mundial de la Salud (OMS)
conceptualizó la salud como "un completo estado de bienestar físico,
mental y social y no meramente la ausencia de enfermedad o incapacidad". Esta
definición de la salud recuerda la Declaración Universal de los Derechos
Humanos, referente a la educación, que dice: “La educación tendrá por objeto el
pleno desarrollo de la personalidad humana”. No faltan textos legales que
avalan la necesidad de procurar una salud y una educación integrales, como un
derecho fundamental de todo ser humano; así, se reconoce que la salud y la
educación son la base esencial para que los pueblos puedan salir de la pobreza.
En cambio, faltan los medios y la
concienciación suficientes para cumplir con esos derechos.
Se debería investigar más sobre las relaciones entre
la salud y la educación, sobre el cambio necesario de actitud que debe
realizarse en todos los sectores sociales con respecto a estas dos bases
fundamentales de la sociedad. Ambas han sido víctimas -quizás aún más la
educación que la salud- del sistema patriarcal dominante, de la visión
mecanicista y fragmentaria del mundo, de su totalitarismo y su dogmatismo, y de
la falta de consideración del alma individual del paciente y del educando. En una
encuesta llevada a cabo por M. Ferguson, acerca de su libro “La Conspiración de
Acuario”, las personas relacionadas con la educación estaban todas de acuerdo
en que la educación es una de las instituciones menos dinámicas, muy por detrás
de la medicina, la psicología, la política, etc.
El verdadero educador sabe que la Nueva Educación pone
todo su empeño -lo mismo que el verdadero terapeuta y el verdadero sanador- en
la importancia de cada ser humano individual. Sólo se puede educar y sanar
adentrándose en el interior del ser humano, en su propia alma. Por eso, dice
Jung: “Yo trato a cada paciente lo más individualmente posible, pues la
solución del problema es siempre personal”. Esto se aplica lo
mismo al médico, que al psicólogo y al educador. Sin embargo, tanto la salud
como la educación convencionales rara vez toman en consideración los problemas
personales de los individuos, desoyendo el dicho hipocrático “no hay
enfermedades, sino enfermos”.
La relación entre la salud y la educación está
presente en las consideraciones de transformación social de diversos autores,
porque son los dos pilares fundamentales de cualquier sociedad, y en ese
sentido es una responsabilidad de todos. Así, el científico social, W. Harman,
hablando de la necesidad de una transformación social, dice: “La educación…
sería función de todas y cada una de las instituciones de la sociedad”, y un
poco más adelante, añade: “La nueva sociedad tendría una definición más amplia
de la salud como integridad del ser. Como en el caso de la educación, la
responsabilidad sería compartida por muchas instituciones”.
La salud forma parte de las necesidades básicas del
ser humano, que se dice que son tres: el alimento, el vestido y la salud.
Inmediatamente después, viene la educación. De ahí, la importancia social de la
salud y de la educación, como necesidades vitales para la realización de todo
ser humano. Pero ambas sufren una profunda crisis social. En cuanto a la
asistencia sanitaria, esa crisis se debe, en gran parte, al haber adoptado el
modelo biomédico, el cual trata de evitar -como veremos enseguida- todo aquello
que no cuadra con sus estrechos límites del cuerpo y la materia, como son la
muerte y los problemas psicológicos y existenciales del ser humano. Todo lo
reduce a lo orgánico, a lo que palpan nuestras manos y ven nuestros ojos. Una
visión tan limitada y mediocre del ser humano sólo puede llevar a la humanidad a
la profunda crisis que sufre, hoy, ya que los problemas y las enfermedades del
hombre actual no se pueden analizar ni comprender a la luz de ese modelo
médico.
Por eso, la
crisis de la salud -como la de la educación- no es de fácil solución, ya que
las verdaderas causas de ambas se enlazan con la crisis profunda de la
civilización humana actual, de forma que su solución requiere un cambio de
visión del mundo, un cambio de paradigma ya presente en el mundo actual, pero
que se resiste a avanzar, debido a la enorme presión ejercida aún por las
anteriores estructuras dominantes que siguen en el poder. Si bien es cierto que
tanto la salud como la educación sufren una profunda crisis, en el campo de la
salud se ha investigado mucho más que en el de la educación. Hoy contamos ya
con una nueva medicina, una medicina alternativa, que si no es suficientemente
conocida es porque la medicina oficial trata de impedirlo; en cambio, no
contamos aún con una nueva educación, si no es en esferas muy reducidas.
(1) Se permite el uso y la difusión de este documento citando su procedencia. Reservado por derechos de autor
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