MÚSICA Y POESÍA en la educación de la sensibilidad
Música
y poesía nacieron una al lado de la otra, permaneciendo unidas como dos
amantes, con sus desencuentros e incomprensiones. Por eso, uno de los debates,
en la estética musical, ha sido las relaciones entre la poesía (o el texto) y
la música. Son muchos los poetas que han sentido un gran atractivo por la
música, y no sólo los poetas cantores. “A veces la música se adueña de mi como
un mar. Ha sido -esa música- uno de los grandes deleites de mi vida”, escribió
Baudelaire, y Ronsard cantó: “No es digno de ver la suave luz del sol, aquel
que no hace honor a la música”. Alguien dijo que los poetas y los músicos son
los hijos sagrados de las musas. Pensemos también en el vigor y el ardor con
que la canción popular (música y poesía) ha impregnado el espíritu y la cultura
de todos los pueblos. “La poesía, la música y otras formas del arte son, con
mucho, los medios más adecuados para describir la experiencia humana”, dice E.
Fromm.
En
la educación de la sensibilidad, la música y la poesía ocupan un lugar
destacado. El niño y el adolescente, en contacto con estas dos artes, aprenden a desarrollar ese campo fundamental de la educación, que denominamos de la
sensibilidad y la creatividad, esenciales en toda educación integral. Todo
sistema educativo, que se precie de ser integral, ha de poner al niño, desde su
tierna infancia, en contacto con la música y la poesía.
Poesía
y música están presentes hoy, y han estado siempre, en la pluma del poeta
leonés, Ángel Fierro. Toda su poesía es la expresión de una profunda y
espontánea inspiración, acompañada de un ritmo musical interno que, al leerla,
uno tiene la sensación de estar escuchando, a la vez, las dos artes
ensambladas. Ello se debe a la musicalidad innata de este poeta y a su
conocimiento y amor por ambas artes. Por este motivo, abrimos, hoy, esta
entrada del Blog sobre la educación
de la sensibilidad, con una publicación del Diario de León sobre el
poeta.
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