miércoles, 25 de julio de 2012

La educación correcta para el s. XXI

La Educación Correcta para el Siglo XXI 
 (Por el Prof. P. Krishna) Ex-Rector del Centro de Educación de Rajghat, Fundación Krishnamurti de la India, Varanasi 221001, India. (Basada en una plática que ofreció ante el XXII Congreso Internacional Montessori que se realizó en la Universidad de Uppsala, Suecia, del 22 al 27 de julio de 1997) ________________________________________

 INTRODUCCIÓN
     Estamos llegando al final del siglo XX y es tiempo de hacer un recuento de lo que hemos logrado en el campo de la educación, lo que han sido nuestras fallas y si necesitamos continuar en la misma dirección hacia el siglo XXI o hacer las cosas de manera diferente. Considerando esta pregunta me gustaría explorar la situación globalmente y no con referencia a ninguna nación en particular; también me gustaría dar un significado amplio a la palabra educación, a fin de cubrir el proceso completo de educar la siguiente generación de niños hasta su adultez y no sólo lo que acontezca en el salón de clases de la escuela. Un niño es educado en el ambiente total en el que crece, y ese ambiente está determinado igualmente por los padres, los maestros y la sociedad que lo/la rodea. Todo esto y más determinan la calidad de individuo que produce, el cual a su vez determina la clase de sociedad en la que vivimos.
     Es importante tener presente la relación del individuo y la sociedad. Si producimos individuos que son egocéntricos, agresivos, ambiciosos, codiciosos y competitivos, uno no puede organizarlos en una sociedad que no es violenta, pacífica, cooperativa y armoniosa. Si los organizamos dentro de una sociedad comunista tendremos la violencia y la dominación que hemos visto en sociedades comunistas. Si los organizamos en una sociedad capitalista, la llamada sociedad libre, tendremos la violencia y las divisiones que hemos visto en tales sociedades. No es posible el surgimiento de una transformación fundamental en una sociedad a menos que el individuo se transforme. La educación es por tanto el motor principal de la transformación social, ya que ella determina la clase de individuos que estamos produciendo. Gobiernos, legislaturas, y agencias encargadas de aplicar las leyes son únicamente organizaciones para controlar al individuo, pero no de transformarlos. Por tanto, el verdadero cambio social es la responsabilidad principal de la educación, no meramente la producción de personal entrenado. La prueba de la correcta educación hoy es si se están produciendo buenos ciudadanos planetarios.
     La forma en que vivimos ha cambiado drásticamente durante el siglo pasado y ese cambio puede ser entendido en función a lo que hemos logrado en el cambio de la educación. Al principio del siglo XX la sociedad humana, en todo el mundo, fue acosada por tremendos problemas de desastres naturales, hambrunas, epidemias, transportación primitiva, comunicación ineficiente, carencias de cuidados para salud y una agricultura pobre. Nuestro sistema de educación nos ha ayudado a cambiar todo eso, a desarrollar todo el conocimiento y el poder que fue necesario para hacer la transición a una sociedad moderna en la que hoy vivimos. Quizá haya todavía, en algunas partes del mundo, una lucha para hacer esos cambios, pero por lo menos sabemos cómo hacerlo. Los grandes pasos que hemos dado en este siglo en el campo de la ingeniería, medicina, agricultura, transportación, telecomunicaciones y electricidad, son todos una consecuencia directa de nuestros logros en la educación y tenemos la razón para sentirnos orgullosos por lo que hemos alcanzado. Sin embargo, los problemas que la sociedad humana está enfrentando hoy son totalmente diferentes y la cuestión que necesitamos preguntarnos es si los problemas presentes pueden también resolverse de la misma manera en que hemos resuelto los otros problemas, a través de más conocimientos, mejor organización, más eficiencia y más poder. Si así fuera, entonces tendríamos que continuar en la misma dirección. Si no, entonces tenemos que considerar muy seriamente si necesitamos una diferente visión de educación para el siglo XXI. Para examinar esto, permítanme enlistar lo que en mi mente son los principales retos que la humanidad está encarando hoy.

 PRINCIPALES RETOS DEL MUNDO DE HOY

 I) Grupismo /división:
     Quizá el mayor problema al que nos enfrentamos hoy es el hecho de que los seres humanos están divididos en grupos --grupos raciales, grupos nacionales, grupos religiosos, grupos lingüísticos, grupos económicos, grupos políticos, grupos profesionales-- y cada individuo se identifica con su propio grupo, siente rivalidad con otros grupos y se preocupa sólo de la seguridad y el progreso de un grupo en particular. Estos grupos están a su vez dispuestos a explotarse unos a otros, engañarse unos a otros y hasta destruirse unos a otros en guerras. Esta se ha convertido en la causa singular más grande de inseguridad en el mundo de hoy. Es la responsable de la mayoría de la violencia que vemos en forma de guerra, terrorismo, disturbios y belicosidad. Esta es la dolencia que aflige a la gente más progresista y educada así como también a los más retrasados e iletrados en el mundo actual. La razón de esto no es difícil verlo. Los individuos se identifican con una particular familia, país, religión y cultura en la que nace. Le enseñan a sentir orgullo de ello y a defender sus formas. La mente del individuo entonces trabaja como la de un abogado defendiendo el yo y lo mío y atacando al “otro”. Siente seguridad identificándose con su grupo pero esta identificación en el hecho real está creando inseguridad en el mundo.

 II) El poder desencadenado por la ciencia y la tecnología: 
Los seres humanos han vivido con guerras y rivalidades durante miles de años pero no podemos continuar más con ello debido al tremendo poder que la ciencia y la tecnología han puesto en nuestras manos. Nuestro odio entre nosotros podría manifestarse en la matanza de unos cuantos individuos cuando vivíamos entre arcos y flechas, lanzas y cuchillos. Hoy, con nuestras bombas atómicas y nucleares podemos diezmar una nación entera en cuestión de minutos y ninguna guerra es local ya. Esto ha puesto en gran relieve la urgencia del problema, ya que la humanidad está en peligro de aniquilarse en una guerra nuclear. No podemos por tanto, permitir el posponer la solución a este problema. La historia de la humanidad ha sido una historia de guerras y si no aprendemos ahora, pronto estaríamos librando nuestra última guerra.

 III) Las catástrofes ambientales:
    Otro problema importante que estamos enfrentando hoy son las catástrofes ambientales sobre las que hemos estado constantemente leyendo en nuestros periódicos y revistas: el agotamiento de la capa de ozono, el calentamiento global por la contaminación industrial, la deforestación, la erosión del suelo, los desechos nucleares y la sobre población. La raíz de la causa de la mayoría de estos problemas es la actitud que hemos desarrollado sobre la naturaleza en el curso de este siglo, tratándola como un recurso que es explotado para nuestro beneficio. Con el desarrollo de la ciencia y la tecnología y la consecuente industrialización hay una carrera entre las diferentes naciones del mundo para ser la primera en conseguir el beneficio económico o utilidad en el mercado internacional y lograr el progreso económico de su nación a cualquier costo.
     Los animales no son vistos como seres vivientes con quienes convivimos sino meramente como materias primas para la industria de la carne. Los ríos y las montañas son vistas como objetos a explotarse para la producción de electricidad o para la promoción del turismo. Inclusive los niños son referidos como la “riqueza” de la familia. La naturaleza es referida también como algo para nuestro uso, siendo nosotros los amos del mundo. ¿Pero realmente somos los amos del mundo? ¿Fue el mundo creado para nosotros? ¿O, somos parte del mundo, como lo es también cualquier otra cosa y necesitamos vivir en armonía con todas las demás partes, refiriéndonos a ellas como amigos y no como recursos? Esa es la forma como la humanidad se ha relacionado con la naturaleza durante miles de años, pero en el último siglo nuestra actitud ha cambiado subrepticiamente y a menos que cambiemos este paradigma vamos a enfrentar más y más catástrofes ambientales. Puede que nosotros tengamos mejores computadores y aviones más veloces pero no tendremos aire fresco que respirar y nuevas enfermedades causadas por el desequilibrio hará que la vida no valga la pena vivirla.

IV) Dictaduras:
    Otro gran problema que la humanidad está enfrentando es el hecho de que la mayoría de los gobiernos del mundo, especialmente el de las naciones del llamado tercer mundo, son aún dictaduras --dictaduras militares, dictaduras comunistas, dictaduras religiosas y dictaduras disfrazadas de democracias. Hay muy pocos países donde existe una democracia real y libertad de expresión, libertad política, libertad para crecer, libertad para cuestionar, para pensar, para escribir en lo que se cree. Las dictaduras sofocan la disidencia, les dicen a la gente lo que deben pensar, lo que deben hacer y lo que no. Los crímenes más grandes de este siglo se han perpetrado bajo estas dictaduras.
    La mera base de la dictadura es la explotación del débil por el poderoso. En tanto creamos que ese poder es para explotar al débil, estaremos todavía aceptando que ese poder es correcto, que es la ley de la selva. Ambas, entre naciones y dentro de una nación uno puede ver el incivilizado uso del poder como un medio de explotar a otros. Se ha dicho que el poder corrompe y el poder absoluto corrompe en forma absoluta; pero el mal no recae en el poder en sí mismo. El poder es sólo la habilidad de hacer cosas. ¿Qué dicta lo que debe usarse para explotar y dominar al débil y no el ayudarlo y protegerlo? A menos de que la humanidad pueda cambiar su relación con el poder, el poder continuará siendo utilizado para la destrucción y la dominación. Por tanto, la educación debe ocuparse de provocar el uso correcto del poder, que es el verdadero espíritu de la democracia.
    Solemos oponernos a la dictadura cuando nos referimos a un nivel de gobierno, pero toda dictadura es un mal, ya se trate de una organización, de un negocio, de la familia. Por lo tanto, el espíritu de la democracia requiere ser inculcada en cada individuo si se trata de desaparecer los problemas de la dictadura.

 V) La descomposición de la familia:
    La institución del casamiento y de la familia se estableció parcialmente para regular el comportamiento sexual, pero más importante, para asegurar que podemos cumplir con las responsabilidades de la próxima generación. El niño necesita ser cuidado, protegido y ayudado para aprender no sólo para unos cuantos días o meses, como es el caso de otros mamíferos, sino por un período de 20 años, ya que hay un crecimiento de una nueva dimensión mental, emocional y espiritual. Nadie ha encontrado todavía una mejor manera de asegurar esto que no sea a través de criar a un niño dentro de la familia con el padre y la madre. Esa es una responsabilidad que comparten un hombre y una mujer cuando procrean a un niño. Hoy, esta cooperación entre hombre y mujer está descomponiéndose en esta sociedad moderna y la incidencia de divorcios es ahora del 60% en algunas sociedades ricas. Los peores víctimas del sufrimiento de este rompimiento en cooperación son los niños y consecuentemente la delincuencia criminal de los jóvenes va en aumento. Obviamente, no estamos abordando la vida correctamente y necesitamos repensar hacía donde hemos ido mal.

 VI) La inercia de la sociedad:
     Por último, pero no menos importante, es el gran problema que la sociedad trata de replicarse a sí misma. Los prejuicios e ilusiones tienden a continuar de una generación a la otra acompañada de los problemas asociados con ellas. Si los judíos enseñan a sus niños que los árabes son sus enemigos y los árabes enseñan a sus niños que son los judíos sus enemigos, la generación más joven crece con el sentimiento de animosidad ya inculcados en sus mentes. Los prejuicios de los mayores continúan en los jóvenes y así el problema de la animosidad. Por tanto, ¿cómo se ha de terminar esto? Lo mismo pasa con los católicos y los protestantes o los hindúes o los musulmanes.
    Esta animosidad no termina nunca mientras sigamos educando a los niños a obedecer y conformar lo que los adultos estén diciendo. Debemos crear por tanto, una mente inquisitiva, que cuestione lo que se ha dicho, que esté consciente de que tiene muchos prejuicios que necesitan ser revisadas y descartados y esté dispuesta a emprender esta tarea de descubrirse a sí misma y a descubrir la verdad. Este proceso de poner en duda nuestras propias opiniones, de discriminar entre lo que es verdadero de lo falso es el despertar de la inteligencia del niño. Es conveniente para los mayores despertar la inteligencia del niño porque de esta forma empezará a cuestionar, a poner en duda sus valores y sus forma de vida. Pero es esencial inculcar y respetar la disidencia si estamos por una sociedad no estática que inflexiblemente está atrapada en una rutina fosilizada. Hay mucha inercia en la sociedad actual y la única manera de cambiarla es creando una mente que pregunta no sólo las cuestiones científicas, sino también las cuestiones sociales, morales y religiosas. En otras palabras, una mente que es inteligente sobre la totalidad de la vida y no solamente un aspecto de ella.

EL ROL DE LA EDUCACIÓN

     Si encaramos tantos problemas al final del siglo de estupendo progreso, ¿entonces debemos hacer un alto y preguntarnos qué es lo que hemos hecho mal? ¿Por qué estamos enfrentando tantos problemas serios a pesar de haber amasado tanto conocimiento, creado tanto poder/habilidades y nos hemos hecho tan “inteligentes”? Necesitamos mejores controles ¿o necesitamos cambiar de dirección? ¿Resolverán estos problemas más de la misma educación que hemos estado impartiendo? Necesitamos aún mejores computadoras, aún aviones más veloces, tal vez más bienes, ¿o quizá más conocimiento y eficiencia que resolverá los problemas que hemos discutido más arriba? Si no, ¿entonces no debiéramos reexaminar nuestras prioridades en la educación y preguntarnos sobre la propia visión en la que hemos estado trabajando hasta hoy?

La presente visión de la educación.
     ¿Cuál es nuestra visión sobre la educación hoy? ¿Qué clase de seres humanos estamos queriendo producir? Las pautas pueden variar un poco de país a país, pero esencialmente en todo el mundo, la educación apunta a producir un ser humano que es inteligente, conocedor, que trabaja duro, eficientemente disciplinado, listo, exitoso y con la esperanza de que sea un líder en el campo de su esfuerzo. Si uno pudiera señalarse con humildad, sería Adolfo Hitler que tenía todas estas cualidades y sin embargo la mayoría de la gente lo refiere como la persona más perversa del siglo. Lo único que le faltó a Hitler fue amor y compasión. ¿Qué hay por tanto en la presente educación que prevenga la creación de un Hitler o pequeños Hitlers?
      El holocausto, quizá el crimen más grande de este siglo, fue perpetrado en un país que tenía lo mejor de la ciencia, el arte, la música y la cultura a la que apuntamos inculcar a través de la educación hoy. Por tanto, ¿qué hay en la educación del presente que prevenga la recurrencia del holocausto? En efecto, estamos tal vez a punto de tener otro holocausto de mayores proporciones en el cual la humanidad puede ser eliminada de la faz de la tierra en una guerra nuclear. La educación de hoy está básicamente dirigida a desarrollar cada vez más poder; ambos, tanto Dios como el Demonio (según lo concibamos nosotros) son infinitamente poderosos. ¿Estamos asegurando que el poder que producimos será utilizado en forma santa y no en demoníacas? Si no, es irresponsable generar más poder.
     Los principales retos a los que la humanidad se enfrenta hoy no son por falta de educación. No están creados por aldeanos iletrados de Asia o África, sino por gente altamente educada y mentes profesionales --abogados, administradores de negocios, científicos, economistas, organizaciones y negocios-- quienes hacen planes y dirigen los gobiernos, organizaciones y negocios. Necesitamos en consecuencia observar cuál es la educación correcta que estamos impartiendo y no la cantidad. Cuando lo haces, se hace claro que estamos produciendo seres humanos desproporcionados, desequilibrados: muy avanzados, muy listos, muy capaces en su intelecto pero casi primitivos en otros aspectos de la vida: científicos de alto nivel e ingenieros que pueden enviar seres humanos a la luna pero que pueden ser brutales con sus esposas o con sus vecinos; seres humanos que tienen un vasto entendimiento de la forma en que el universo opera, pero poca comprensión de ellos mismos o de su vida.
     Es este desarrollo desequilibrado del individuo el responsable de todos los problemas que estamos enfrentando hoy. Como personas orientadas a la educación debemos aceptar que cuando impartimos conocimiento también es nuestra responsabilidad impartir la sabiduría para emplearlo correctamente. Nuestra educación presente no ha prestado atención seriamente a esta responsabilidad.

UNA VISION DIFERENTE DE LA EDUCACIÓN 

     Tomando en consideración lo dicho anteriormente, ¿cómo debemos modificar nuestra visión de la educación para el siglo XXI? ¿Qué clase de mente debemos apuntar a producir? ¿Qué valores debemos intentar inculcar? La receta no sería idéntica para todos los países y las diferentes culturas, sino que deben ajustarse a su propia forma pero tomando en consideración de manera general las siguientes condiciones:

 i) Crear una mente global, no nacionalista.
    Somos todos ciudadanos de un mundo y compartimos la tierra como nuestro hábitat común. Lo que afecta una parte del mundo hoy es preocupación de todos nosotros. Necesitamos una mente que sienta por el mundo entero no solamente por un país. Somos parte de un mundo, una humanidad y si podemos resolver problemas dentro de un país a través de medios democráticos y de compromiso común, ¿acaso no es también correcto hacerlo entre las naciones? Si tenemos una mente global que realmente no crea en “el poder es correcto”, no habría ejércitos ni guerras. Ese es el futuro que debemos realizar para el siglo XXI. Podemos trabajar para resolver problemas locales, pero es importante hacerlo con un entendimiento global.

ii) Enfatizar el desarrollo personal, no solamente el económico.
    La educación no debe referir a los niños como materia prima para el logro del progreso económico de una nación. Debe tomar en cuenta y preocuparse por el desarrollo de todos los aspectos del ser humano --física, intelectual, emocional y espiritual-- para que él o ella vivan creativamente y felices como parte del todo. Los seres humanos pueden diferir en sus habilidades, pero no son desiguales, ni superiores o inferiores. Deben ser respetados con independencia a sus habilidades. La bondad debe estar por encima de la eficiencia.

iii) Estimular la duda, no la conformidad.
     Tal vez sea inconveniente para los adultos, pero es importante que los niños crezcan con preguntas, en vez de respuestas. A cada edad las preguntas naturalmente son diferentes pero la habilidad de preguntar y aprender para uno mismo es más importante que obedecer y seguir incuestionablemente lo que a uno le digan que haga. De ello se desprende que no debe haber miedo en nuestra relación con el niño, ya que el miedo mata la intención de las preguntas y la iniciativa. El niño debe ser libre de cometer errores y aprender por sí mismo, sin el constante miedo a ser reprendido por un adulto. Tal mente es racional, flexible y no dogmática, abierta al cambio y no irracionalmente apegada a una opinión o creencia. Esto implica la ausencia de toda propaganda para cualquier creencia, incluyendo nacionalismos. “Nuestro país es el mejor país, nuestra cultura la mejor”, no es verdad --es sólo propaganda, que divide a la gente.

iv) Cultivar la cooperación, no la competencia.
     El énfasis presente en el mundo sobre los logros individuales en pos de un nombre y la fama es irracional y egoísta. Todos estamos interrelacionados, interdependientes y es poco lo que es realmente significativo que pueda lograrse solos y aislados. El trabajo en equipo y la habilidad para trabajar armoniosamente con otros es más importante que el logro individual. La cooperación es la esencia de la democracia. Uno trabaja no por la ganancia personal o el reconocimiento, sino por el bien de la comunidad completa, con amor en vez de arrogancia. Es importante que cada individuo haga lo mejor, pero no es importante ser mejor que otro. Somos amigos, hermanos y hermanas, no rivales. Si algo bueno sucede a mi hermano me regocijo de ello y lo celebro con él, no hay nada que me haga sentir infeliz. El sentido de competencia que estamos fomentando en los niños hoy los conduce a la envidia, a los celos y a la rivalidad. Siembra las semillas de la división entre seres humanos y destruye el amor y la amistad. Por tanto es malo. La importancia que hemos dado a ganar medallas de oro en la copa mundial o en los juegos olímpicos, se basa en la propaganda y la ilusión. ¿Importa realmente qué ser humano puede brincar un milímetro más alto que todos los demás? No hacemos la pregunta correcta cuando preguntamos “¿quién ganó?” La pregunta más importante: “¿Disfrutaron del juego?”

v) Crear una mente que aprende en vez de una mente que adquiere.
    El despertar de la inteligencia es más importante que el cultivo de la memoria, tanto en la vida como en la academia. Si damos información al niño, la agregamos a su conocimiento, pero la inteligencia es la habilidad de aprender por sí mismo. Lo que puede enseñarse es limitado, pero el aprendizaje es infinito. Las cosas más grandes de la vida son aquellas que no pueden ser enseñadas sino que pueden ser aprendidas. El sentimiento de amor, respeto, belleza y amistad, no pueden enseñarse, pero como la sensibilidad, se puede despertar y esto es una parte esencial de la inteligencia. La habilidad para discernir uno mismo sobre qué es verdadero y qué es falso, es también inteligencia. Es importante crear una mente que no acepta ni rechaza una opinión o una mirada rápida, sino que se queda con la pregunta, “¿es verdad?”.

vi) Crear una mente que es tanto científica como religiosa en el sentido verdadero.
     Desafortunadamente hemos dividido la búsqueda científica de la búsqueda religiosa de la humanidad y concentrado únicamente en el anterior proceso educacional. En efecto, se trata de dos búsquedas complementarias, una para el descubrimiento del orden que se manifiesta en sí mismo, en el mundo exterior de la materia, energía, espacio y tiempo, y el otro para descubrir el orden (paz, armonía, virtud) en el mundo interior de nuestra conciencia. Pero por error hemos igualado religión a la creencia, hemos creado un antagonismo entre la ciencia y la religión. Realmente ambas son búsquedas de la verdad en dos aspectos complementarios de una misma realidad compuesta tanto de materia como de conciencia. Una mente que es puramente racional, científica, intelectual, puede ser extremadamente cruel y desprovista de amor y compasión. Una que es solamente religiosa (en un sentido estrecho) puede ser en extremo emocional, sentimental, supersticiosa y por tanto neurótica. Debemos por tanto apuntar a crear una mente que es tanto científica como religiosa al mismo tiempo --una que pregunte, precise, racional y escéptica, pero al mismo tiempo tiene el sentido de la belleza, sorpresa, estética, sensibilidad, humildad, y consciente de las limitaciones del intelecto. Sin un equilibrio innegable entre emoción e intelecto, una mente no es educada verdaderamente. El entendimiento de uno mismo (conocimiento de sí mismo) es tan importante como el entendimiento del mundo. Sin un profundo entendimiento de nuestras relaciones con la naturaleza, con las ideas, con seres humanos, con la sociedad, y un respeto profundo por toda la vida, uno no estará realmente educado.

vii) El arte de vivir.
      La educación debe tomar en cuenta el arte de vivir creativamente, que es mucho más vasto que los artes específicos de la pintura, la música o la danza que enseñamos en el presente. Hemos igualado la calidad de la vida con el estándar de vid, y lo hemos medido en términos del Producto Nacional Bruto o el ingreso per cápita de la gente. ¿Pero es esta igualdad de nuestra vida determinada solamente por la calidad de la casa en la que vivimos, el coche que manejamos, la comida que nos comemos o las ropas que vestimos? ¿Acaso la calidad de nuestra mente no afecta a la calidad de nuestra vida más allá? Una mente que está constantemente preocupada, aburrida, envidiosa o frustrada, no puede guiar su vida a una calidad superior. 
     Cuando educamos no para el desarrollo económico sino para el desarrollo humano, debemos preocuparnos por la felicidad del individuo integralmente, en el cual el bienestar físico y el confort son pequeñas pero partes necesarias. Más importante es la habilidad de trabajar con gusto, sin compararse unos a otros. Si uno es insensible, hay constante aburrimiento y para escaparse de ello busca en forma constante el placer. La industria entera del entretenimiento ha llegado a capitalizar en base al aburrimiento humano. Cuando enseñamos a los niños a trabajar por una recompensa y no por el gusto de trabajar, les estamos enseñando a separar el trabajo del placer. Tal mente es energizada solamente cuando hay recompensa, de otra forma vivirá en un estado de aburrimiento. El arte de vivir consiste en regocijarse de lo que uno hace, independientemente de los resultados que ofrece. Entonces uno trabaja creativamente, con sensibilidad y no por ambición personal.
     Esto, y mucho más, es el arte de vivir. No se puede aprender como si fuera una fórmula. Es resultado de nuestro propio entendimiento de la vida y de uno mismo. Por lo tanto debemos ayudar a los estudiantes a encontrar ese entendimiento. La virtud, que es el florecimiento de la bondad en la conciencia humana, es un producto del auto conocimiento. No es algo que pueda practicarse mecánicamente como si fuera una habilidad.

viii) Un desarrollo holístico de todas las facultades. 
      La educación de hoy está engranada para producir especialistas. Alguna cantidad de especialización de habilidades puede ser inevitable, pero somos ante todo seres humanos y después ingenieros, doctores, abogados, artistas o agrónomos. Por tanto, la especialización no debe ser al costo de entender lo que significa vivir plenamente como ser humano.
     La conciencia humana tiene varias facultades (capacidades) y he tratado de agruparlas en palabras que comúnmente las describe en cuatro categorías. Muchas de estas se traslapan entre sí, pero aquellas dentro de cada categoría me parece que tienen una base común y difieren de una forma fundamental de aquellas que pertenecen a otra categoría.

 Facultades de la conciencia humana:

 a) Intrínseca: percepción, conciencia, observación, atención.
 b) Basada en el pensamiento: conocimiento, memoria, imaginación, razón, análisis, crítica, ciencia, matemáticas, lenguaje, concentración, inteligencia (del pensamiento), voluntad.
c) Basada en los sentimientos: gusto, belleza, sorpresa, estética, humor, arte, música, poesía, literatura, simpatía, amor, afecto, compasión, amistad, apego, deseo, miedo, odio, celos, coraje, violencia.
 d) Más allá del pensamiento y del sentimiento: intuición, discernimiento, visión, sabiduría, silencio, meditación, paz, armonía, entendimiento, inteligencia (no del pensamiento).
      La lista de arriba no es exhaustiva y uno puede agregar más palabras. Ni tampoco son las categorías exclusivas, ya que el pensar, el sentir y la observación van de la mano, simultáneamente en nuestra conciencia y también interactúan entre sí. Por esto, la clasificación es solamente para la conveniencia de la discusión. La educación, en el presente, pone énfasis mayormente en las facultades basadas en el pensamiento y hasta cierto punto también cultivan las basadas en el sentimiento. Para un desarrollo holístico del individuo es importante que exista un entendimiento profundo de todas las facultades y que éstas se desarrollen en una forma equilibrada. Implica que a fin de cultivar una facultad no debemos deteriorar o dañar otra. Esto significa que no podemos utilizar el miedo o el castigo para hacer que los estudiantes trabajen más duramente, ya que destruye sus preguntas, inteligencia e iniciativas. Uno no debe utilizar comparaciones y competencia como un incentivo, ya que destruye el amor y promueve la agresión. No debemos ofrecer recompensas o premios, ya que ello cultiva la codicia y la insensibilidad.
      ¿Qué incentivo entonces debemos usar para hacer que los estudiantes aprendan? Ello hace nuestra tarea aún más ardua. El reto ante nosotros es revelar la belleza del asunto al niño para que la educación se vuelva un proceso donde el gusto y no la tarea monótona se pueda dar de alguna manera. Si aceptamos ese reto, entonces debemos encontrar formas de hacer una educación viva e interesante para el niño. Una buena escuela es aquella donde los niños son felices, no la que logra los mejores resultados mensurables en la academia. La responsabilidad real por la educación es revelarle al niño toda la belleza de la vida, y hay una gran belleza en el arte, en la literatura, en la ciencia, en las matemáticas, en la música, en los juegos y deportes, en la naturaleza y en las relaciones --en efecto en cada aspecto de la vida. Tenemos razonablemente una buena idea de lo que significa un árbol que está en pleno florecimiento. Pero ¿nos hemos preguntado seriamente qué significa que la conciencia humana esté en pleno florecimiento? ¿Acaso no debe la educación ayudarnos a descubrirla para nosotros mismos?

DIFICULTADES PARA IMPARTIR TAL EDUCACIÓN
     Hay varias dificultades para realmente impartir tal educación. La más grande dificultad es que nosotros mismos no recibimos la correcta clase de educación. Por lo tanto no debemos mecánicamente repetir lo que sabemos. Necesitamos preguntar nuestros métodos y no meramente repetir lo que nuestros maestros y padres hicieron. Requiere de nosotros ser originales, inteligentes, creativos y no únicamente imponerse uno mismo. Nuestras mentes están condicionadas en el viejo sistema, la vieja visión, y por lo mismo nosotros mismos somos el obstáculo para lo nuevo. Uno debe ser sagaz para ser consciente de este hecho y por tanto no sólo enseñar sino también aprender a romper con el pasado.
      En la nueva visión de la educación no solamente estamos tomando la responsabilidad de impartir información y habilidades, sino también despertar la sensibilidad y la creatividad en los niños. No hay un método establecido para ello. Estas son cosas que no pueden ser decididas, practicadas y logradas. Sin embargo, despiertan en el niño si existe la atmósfera correcta en la escuela o en casa. Es nuestra responsabilidad crear esa atmósfera --una atmósfera de trabajo cooperativo, con gusto y amistad, trabajando duro pero sin ambición personal o ningún sentido de rivalidad, una atmósfera de apertura, de cuestionamientos, de búsqueda y de gusto por el aprendizaje juntos. Lo cual significa que nosotros mismos debemos vivir y trabajar de esa manera. Sermonear no funciona. Un niño aprende de lo que realmente ve que está pasando a su alrededor, no de lo que hablamos en el salón de clases. Si encuentra que decimos una cosa y hacemos otra, aprenderá a hacer exactamente lo mismo. Lo cual significa que terminaremos enseñando hipocresía. Un profesor que castiga a un niño porque hace mal su suma incorrectamente no solamente está comunicándole que el fuerte pude dominar y que se debe penalizar al débil. Por tanto uno debe ser muy cuidadoso. No hay caminos cortos para impartir la educación que hemos descrito arriba. El niño absorbe los valores que él/ella ve, no los que les son platicados.
     Intelectualmente nosotros los adultos podríamos saber más que el niño pero en los temas mayores de la vida enfrentamos los mismos problemas, las mismas dificultades que los niños --problemas de aburrimiento, preocupación, miedo, hábitos, conflictos, deseos, frustraciones y violencia. Por lo tanto necesitamos aprender junto con el niño, no meramente enseñar. Demanda gran honestidad, humildad, sensibilidad y paciencia. Esa es nuestra dificultad --ser un educador que está dispuesto a aceptar el reto y no buscar una salida fácil. No existe. Las verdades más profundas provienen de una mente reflexiva como revelaciones (insights) que no pueden ser enseñadas por otro. Uno no puede hacer nada para crear revelaciones, pero no debemos bloquearlas con una mente muy activa y ambiciosa que no tiene tiempo de pararse y mirar fijamente.

CONCLUSION
     La humanidad está atrapada en una gran ilusión. Piensa que puede resolver sus problemas a través de la legislación, de reformas políticas y sociales, a través del progreso científico y tecnológico, a través de más conocimiento, más riqueza, más poder y más control. Tal vez pueda resolver algunos problemas con todo esto, pero todos esos son curas triviales y temporales. Con estos métodos nosotros iremos creando nuevos problemas por un lado, por el otro trataremos de resolverlos para mantener la ilusión de progreso. El famoso humorista Ogden Nash escribió, “¡El progreso fue alguna vez lo correcto, pero continuó muy largo!” Necesitamos considerar muy seriamente esta observación. Si nosotros los seres humanos no hacemos una transformación interna, pronto pasaremos a la lista de aquellas criaturas que vivieron un millón de años más o menos, y entonces seremos seres extintos porque no pudieron adaptarse. No es cierto aún que la evolución del mono al hombre fue un paso en la dirección de la supervivencia. Sólo el tiempo nos lo dirá. La supervivencia requiere no la inteligencia del “progreso” sino la habilidad de cooperar y amarse unos a otros para vivir en armonía con la naturaleza. La hormiga ha sobrevivido más tiempo que el hombre. Lo que necesitamos ahora no es más habilidades y eficiencia, sino mayor cohesión, mayor compasión, mayor capacidad de compartir y trabajar juntos.
     La educación del siglo XXI debe, por lo tanto, encargarse no del “mayor progreso” sino de una transformación interior de la conciencia del ser humano. No es que no haya sido ya señalado esto con anterioridad. Buda, Sócrates, Cristo e innumerables sabios de todas las culturas ya lo han señalado desde hace mucho tiempo. Hasta hoy hemos ignorado lo que han dicho pero hemos podido sobrevivir. No podemos darnos ya ese lujo, porque inexorablemente nos estamos encaminando a un holocausto nuclear en el que la supervivencia no valdrá la pena, si es que no es imposible. Por todo esto, la cuestión ha adquirido una urgencia para la humanidad que antes no pudo haber considerado.
     Al presentar la visión de una correcta educación para el siglo XXI he tomado en cuenta considerablemente la vida y el trabajo de Madame Montessori (1) y de J. Krishnamurti (2), ambos pusieron énfasis en la necesidad de educar a todos los seres humanos y no únicamente su intelecto. Fuera de esta visión, Madame Montessori desarrolló ciertos métodos y técnicas para el uso en niños pequeños porque ella misma realizó la tarea. Las técnicas y materiales que desarrolló tienen sólo significado cuando el maestro comparte su visión de la vida; ¡de otra forma el maestro puede utilizarlos para inculcar un sentido de competencia y logro entre los niños! Una escuela no es una escuela Montessori sólo porque adopta el uso de esas técnicas y materiales. La técnica no crea la visión; es la visión la que crea la técnica. Es importante encontrar esa visión de la vida y vivir realmente la vida en consonancia con ello. A menos de que la educación ayude al estudiante, el no hacerlo tendría un significado muy pequeño. Significa que debemos ser estudiantes toda la vida, vivir con preguntas de fondo y fundamentales. Una de tales preguntas es, ¿qué significa para el ser humano vivir en armonía con el orden del cosmos?
     El siglo veintiuno demanda un cambio total en nuestra actitud frente a la vida y en nuestra visión de la educación.

    Referencias:
 (1) María Montessori – su vida y obra por E. M. Standing, Mentor de libros Omega, Londres 1957.
(2) La Educación y el Significado de la Vida – J. Krishnamurti, Gollancz, Londres 1955. Traducción: Salvador D. Rojas Abril 7, 2004

No hay comentarios:

Publicar un comentario