jueves, 17 de enero de 2013

La CEAPA y la escuela pública y laica




La CEAPA Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos


Objetivos Generales
·         La escolarización gratuita de 0 a 18 años dentro de la red pública, incluyendo las actividades complementarias y extraescolares, los libros y demás materiales, así como los servicios de comedor y transporte.
·         Una escuela democrática y participativa, con la intervención en su gestión de madres, padres y alumnado mediante sus asociaciones.
·         El éxito escolar de todos los niños y niñas, mediante una educación que atienda a la diversidad y garantice la igualdad de oportunidades.
·         Una educación humanista y científica, orientada al pleno desarrollo de la personalidad y al fomento de hábitos intelectuales y de trabajo, y del espíritu crítico.
·         Una escuela moderna, orientada a la adquisición de competencias básicas por parte del alumnado y que utilice las tecnologías de la información y la comunicación en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
·         Una escuela que forme en el respeto a los derechos y libertades fundamentales, en los valores de la paz y la solidaridad, y en el ejercicio de la tolerancia y la libertad.
·         Una escuela laica, donde el adoctrinamiento esté totalmente desterrado.
·         Una educación obligatoria que capacite para el ejercicio de una profesión o para la continuación de estudios superiores, dentro de una concepción amplia de “formación a lo largo de toda la vida”, así como para el disfrute del ocio.
·         Una escuela alegre y divertida.


Qué hacemos

El área de formación está dirigida a sensibilizar, informar y formar a los padres y madres y miembros de APAs sobre todos aquellos temas de actualidad educativa en educación familiar, escuela y gestión de las Asociaciones de Padres y Madres de Alumnado.
Trabaja para responder a la demanda formativa de las Federaciones y Confederaciones asociadas a la CEAPA.
Todas las actividades y materiales que oferta son gratuitos y en la página web están disponibles en formatos sencillos de descargar (Pdf, VLC Media player, Windows Media Player).
En caso de estar interesados en los materiales o en participar en las actividades formativas ofertadas por CEAPA debéis poneros en contacto con vuestras Federaciones o Confederaciones provinciales o autonómicas (encontraréis el enlace en la página de federaciones).
Las actividades del área de formación son:
  • Edita materiales audiovisuales educativos para promocionar la auto-gestión formativa de las APAs y formar a las familias.
  • Realiza publicaciones sobre temas educativos en sus más de ocho colecciones.
  • Oferta de cursos presenciales viajeros a las más de 40 federaciones y confederaciones adaptándose a todas las demandas.
  • Desarrolla programas de formación de formadores en cursos presenciales en Madrid donde formamos a padres y madres para que impartan charlas y cursos en sus APAs.
  • Celebra encuentros estatales donde trata en profundidad aquellos temas educativos que más preocupan al movimiento asociativo de padres y madres.
  • Oferta cursos a través de su plataforma de cursos a distancia.



Programas que desarrolla

Formación de padres y madres en asuntos como:
  • Promoción del asociacionismo y la participación.
  • Educación para la tolerancia, la convivencia y paz.
  • Educación para la salud (educación sexual, prevención de drogodependencias, sensibilización ante el VIH-SIDA)
  • Educación para el consumo, para el ocio y el tiempo libre.
  • Educación para la igualdad entre hombres y mujeres.
  • Educación medioambiental.
  • Educación para la diversidad.
 Entre sus publicaciones está el Manual de participación para madres y padres






miércoles, 16 de enero de 2013

Los vídeos de Supernany




Los programas educativos que desarrolla la educadora Rocío Ramos-Raúl son dignos de admirar, a través de la cadena 4 de Televisión. Sólo lamentamos un hecho: que sea una cadena privada, y no una pública, la que lo lleve a cabo, con sus consecuencias lógicas, como es la publicidad y otra búsqueda de beneficios. Es, a la vez, la prueba de la falta de interés de las administraciones públicas por los temas educativos, y sobre todo por aquellos que, como Supernany, son de rabiosa actualidad. El tema de la educación de los hijos, en nuestro país, a juzgar -entre otras cosas- por estos programas, es de los más urgentes. Pero parece ser que ni los gobernantes, ni la propia sociedad, tienen aún el conocimiento y la responsabilidad suficientes que la educación requiere. Es lamentable que tenga que venir a demostrarlo una cadena privada, a la que, sin duda, hemos de agradecer que se haya dado cuenta de la urgencia de este tema y la atención que despierta en muchas familias, dada su rabiosa actualidad, como hemos dicho.
Hay muchos padres que son conscientes de que no aciertan a educar a sus hijos, que nadie les ha enseñado a desempeñar esa tarea tan necesaria como difícil. Es una de las muchas paradojas y contradicciones de nuestra sociedad; por un lado, se persigue el conocimiento y la especialización en cualquier trabajo o profesión para tener éxito profesional, y por otro lado, se olvida y se margina el primer trabajo y la primera profesión  de un padre y de una madre: saber educar a sus hijos.
Las dificultades que atraviesan, hoy, las familias, por este motivo, es una de las causas del fracaso escolar, de la violencia juvenil, de la adicción al alcohol y a las drogas, a la televisión y a los videojuegos. Sólo un conocimiento de lo que es y lo que supone la verdadera educación de los hijos, puede poner freno a esta vorágine de violencia y agresividad que arrastra a nuestra sociedad. De ahí la importancia de estos programas. La labor que está desarrollando la educadora Rocío es admirable, y estoy seguro de que son muchas las familias que le están muy agradecidas.




Supernany: Pautas para Padres



SUPERNANY
Tras la infancia la relación con los hijos pasa por una fase complicada. Los niños se rebelan y los padres no saben cómo ejercer la autoridad con unos preadolescentes que cuestionan todo y que no respetan las normas. En esa etapa está Rosa Mari, que a sus once años se enfrenta constantemente con su madre por cualquier motivo.
Hacer los deberes, la hora de la comida, ir al colegio... Cualquier excusa es buena para poner en entredicho la autoridad de María José, que gracias a las sencillas pautas que le da Rocío Ramos - Paúl, aprenderá a controlar a su hija y que respete las normas y sus decisiones.
- No poner castigo sobre castigo. Cuando a los niños se le castiga una y otra vez por lo mismo llega un momento en el que les da igual y hacen lo que quieren. Ante esta situación, los padres tienen dos opciones: pelearse con sus hijos y que hagan lo que se les dice sólo porque se lo decimos nosotros, o enseñarles a ser responsable a través de esta situación. 
- No responder a las provocaciones. Ellos se mueven bien en el follón y lo que quieren es que sus padres se peleen con ellos porque terminan ganando la batalla.  
- Cuando a un niño se le castiga hay que explicarle qué debe hacer para recuperar lo que se le ha quitado (ya sea un objeto o un privilegio como ver la televisión o ir al campamento de verano, como en el caso de Rosa Mari).
- Aprender a negociar. Es importante llegar a acuerdos y ceder. Si los padres ceden en algunos aspectos y ofrecen a los hijos la posibilidad de hacer determinadas cosas que en principio no estaban dispuestos a permitir, los niños comprenden el esfuerzo que se está haciendo y aprenden a ceder. Para poder llegar a estos acuerdos, padres e hijos pueden poner en un papel lo que tienen que hacer cada uno para que quede claro la parcela que cada uno cede. De este modo se mejora la relación y se evitan las constantes discusiones. 



SUPERNANY: Pautas para Padres


Aprender a comer: Joel aprende a comer con 'Supernanny'

Conseguir que los niños coman: Mercedes y Carlos aprenden a comer

Terminar con las rabietas: 'Supernanny' termina con las rabietas de Alba

Aprender a dormir en su cama: María José aprende a organizar una familia numerosa

Evitar las peleas: La Supernanny da unos consejos a María y Francisco para conseguir la paz entre sus hijos

Adiós al chupete: Mara y Sheila dicen adiós al chupete

Viajar con seguridad: Viajar con seguridad

Adquirir hábitos de estudios: Mercedes adquiere hábitos de estudio

Ejercer la autoridad: Iván y Vanessa aprenden a ejercer su autoridad sobre Ainhoa

Evitar comportamientos inadecuados: No atender el mal comportamiento evita que se repita

 




martes, 15 de enero de 2013

Música, emociones y neurociencia



Somos criaturas musicales de forma innata
desde lo más profundo de nuestra naturaleza.

Stefan Koelsch

1.                 ¿Qué dice la neurociencia sobre las emociones evocadas por la música?
2.                 ¿Cómo el cine se aprovecha del poder de la música?
3.                 Punset entrevista a Stefan Koelsch, profesor de psicología de la música de la  Freie Universität Berlin  REDES / tve, 8 de junio del 2011

Eduard Punset:
El gran músico Stephan Koelsch, músico y psicólogo y el mejor neurólogo, es el que nos ha puesto de manifiesto que nada influye tanto,  tiene un impacto tan trascendental sobre el cerebro, como la música.
Sabes, algunos de tus amigos me dicen que nada tiene más impacto sobre el cerebro que la música en el sentido de que afecta la memoria, incluso afecta el movimiento, las emociones, lo afecta prácticamente todo. Quiero decir, ¿la música es tan importante o crees que no hay para tanto?
Stefan Koelsch:
Creo que es muy importante y que, de hecho, se le podría dar la vuelta a la pregunta y plantearnos si hay alguna parte del cerebro que no se vea influida por la música. Así pues, ¿qué está ocurriendo en el cerebro de los que hacen música? Mientras producen sonidos, los escuchan y los coordinan con sus propios movimientos y con su propia producción de sonidos, recuerdan lo que han producido antes, así como lo que producirán después. Quizás recuerden la canción, la letra… Se miran, se genera actividad emocional. En general, cuando la gente compone música en común, se lo pasa bien, disfruta estando con los demás, disfruta comunicándose con los otros y todos esos procesos diferentes hacen que el cerebro humano se comprometa con toda su riqueza y colorido, por decirlo de alguna manera.
Eduard Punset:
Este mundo de la música parece tan dirigido por las emociones... Según parece, has llevado a cabo unos experimentos en Camerún. Lo que intentaste demostrar en aquel experimento fue que la cultura, una cultura concreta, no afectó las emociones inspiradas por la música, es decir, juntaste un aborigen, un ingeniero muy sofisticado, procedentes de dos hemisferios del mundo totalmente distintos y, sin embargo, reaccionaron igual.

Las emociones y la música
Stefan Koelsch:
Fue un estudio sobre el reconocimiento de las emociones en la música. Uno de mis estudiantes de doctorado viajó al norte de Camerún e hizo una investigación con personas que nunca habían escuchado música occidental antes. Estas personas fueron capaces de decir: “esta pieza suena bastante alegre, esta otra bastante triste y aquella bastante aterradora”. Suponemos que es porque en la tradición musical occidental la música triste imita la prosodia de una voz triste: tonos bajos que van disminuyendo el timbre, por ejemplo, un tempo que no sea rápido, sólo pequeñas variaciones de tono. Parece ser que cuando se codifica en forma de música, aunque nunca hayamos escuchado dicha música antes, somos capaces de reconocer qué emoción expresa la pieza en cuestión.
Eduard Punset:
Déjame que te haga otra pregunta. ¿Por qué cuando estoy triste y me siento solo –algo que me ocurre muy raramente, pero a veces puedo sentirme triste y solo– por qué la música me anima si es algo, sabes, movido, “pam pam pam pam”? Y, en cambio, cuando estoy muy excitado, ¿por qué pasa al revés, la otra música me calma? Quiero decir, ¿cómo puede ser que la música te anime o, por el contrario, te tranquilice? No me parece demasiado lógico.
Stefan Koelsch:
Eso nos muestra que, en primer lugar, la música tiene esa capacidad de ayudarnos a cambiar nuestro estado de ánimo, si lo deseamos. Desde la neurociencia sabemos que la música es muy poderosa a la hora de activar cada una de nuestras estructuras emocionales en el cerebro. Cuando llevamos a cabo experimentos neurocientíficos, vemos que podemos modular la actividad en prácticamente cualquier estructura cerebral emocional gracias a las emociones que despierta la música.
Esto significa que la música es capaz de evocar el núcleo mismo, el núcleo de las estructuras cerebrales responsables y creadoras de nuestro universo emocional, algo muy importante también para las terapias donde podemos intentar aplicar la música para ayudar a aquellos pacientes que padecen trastornos de sus estructuras cerebrales y que están relacionados con las emociones, que tienen algo que ver con las emociones, no sólo la depresión sino también el trastorno provocado por un estrés post-traumático, en parte también los trastornos por ansiedad, los individuos que han padecido traumas a causa de abusos u otras causas, por lo que tenemos un amplio horizonte a la hora de aplicar de forma más sistemática y generalizada la música como terapia.

Los niños autistas
Eduard Punset:
He leído algo en alguno de tus artículos sobre los niños autistas. Parece que escuchan o aprehenden la música igual que los niños no autistas. ¿Es posible? Quiero decir, ¿sienten la música del mismo modo? ¿No existe la diferencia que sí que encontramos en el caso del lenguaje o en su capacidad para empatizar con otros o…?
Stefan Koelsch:
De momento es muy difícil contestar a tu pregunta porque no tenemos suficientes estudios neurológicos sobre la relación entre niños autistas y la música. Pero lo que sí sabemos es que los niños autistas sienten un gran interés por la música y son propensos a componer música con otros. En entornos terapéuticos también es cierto que resulta difícil comunicarse con ellos a través del lenguaje, en cambio, es más fácil hacerlo a través de la música.
Eduard Punset:
De la música.
Stefan Koelsch:
De hecho, algunos de nuestros estudios han probado que la música puede comunicar información, no es algo que simplemente crean los terapeutas de la música y que no tenga base científica. También estamos determinando qué instrumentos musicales pueden fomentar la empatía y el reconocimiento de las emociones; es algo que estamos probando con niños autistas pero también dentro del currículum escolar de los niños en general porque es una forma divertida de experimentar las emociones, de aprender a reconocer las emociones y otras cosas, de encontrar nuevas formas de expresar las emociones, de ampliar el vocabulario referente a las emociones.

El elemento social de la música
Eduard Punset:
Lo realmente fascinante es esa cohesión social que tú señalas en la música, no es tanto una cuestión individual, como cree mucha gente, sino que el impacto es social y une a la gente. Es algo tremendamente social, ¿verdad?
Stefan Koelsch:
Sí, y no sólo es cierto sino que creo que es una de las cosas especiales que tiene la música, uno de los grandes poderes de la música. La música despierta en nosotros todas esas funciones sociales cuando la hacemos juntos. Como humanos, somos una especie social y no podríamos haber sobrevivido a lo largo de la evolución sin cooperar ni comunicarnos, si no hubiésemos manifestado un comportamiento social con otros individuos.
Mientras hacemos música, volvemos a vivir todas esas experiencias y ponemos en marcha todas esas funciones sociales, es decir, averiguamos qué quiere el otro o qué intenta o qué desea o qué cree, sin que nos lo diga explícitamente. Hay experiencias emocionales en las que después de hacer música juntos, todos nos sentimos felices mientras antes, en cambio, quizás estábamos enfadados. Y el resultado de todo ello es esa especie de cohesión social, nos gustamos más que antes, estamos más unidos que antes, confiamos más los unos en los otros, pensamos que el otro nos ayudará cuando nos sintamos solos o tengamos un problema.
Eduard Punset:
¿Podríamos decir que si habláramos menos y escucháramos más música habría más altruismo en la sociedad?
Stefan Koelsch:
Creo que deberíamos hacer ambas cosas, si bien es cierto que existen algunas sociedades donde, si dos personas están enemistadas y acuden a los tribunales –no es un tribunal real porque no tienen la organización social que tenemos nosotros– se espera de ellos que canten, no pueden pelearse. Bueno, pueden exponer el motivo del enfrentamiento pero tienen que cantar el motivo de la pelea.
Eduard Punset:
Así es, resulta increíble.
Stefan Koelsch:
Porque la gente no puede mentir con la misma facilidad cuando canta y se enfrentan unos a otros de una manera mucho más cooperativa, de un modo que tiene mucho más sentido que cuando simplemente nos gritamos.

¿Nacemos con la música?
Eduard Punset:
Esto me lleva a una pregunta muy importante para la que imagino que aún no tienes una respuesta definitiva. Me gustaría saber si se trata de una capacidad innata o si es algo que adquirimos, quiero decir, la capacidad de entender la música.
Hay un famoso experimento –algunos miembros de tu equipo participaron en él también– que muestra cómo bebés de sólo tres días pueden reaccionar a la música. Así que, realmente, si alguien que tiene sólo tres días puede reaccionar a la música probablemente estamos hablando de algo que es innato, ¿no?
Stefan Koelsch:
Estoy totalmente convencido de ello, sí. Somos de forma innata, desde lo más profundo de nuestra naturaleza, criaturas musicales, muy musicales, todos nosotros. Y hay una buena razón para ello: además de que nos permite desempeñar todas esas funciones sociales mientras hacemos música, también necesitamos esas capacidades para aprender a hablar.
Cuando nacemos, no sabemos qué significa “pechos”, “leche”, “beber” o “sorber”, pero aprendemos a hablar al escuchar los sonidos musicales del lenguaje y así es como los niños aprenden a hablar, escuchan la música del habla y al hacerlo también entienden el lenguaje. No es el único aspecto del lenguaje que…
Eduard Punset:
Que aprenden.
Stefan Koelsch:
Sí, no es el único aspecto del lenguaje que aprenden pero, evidentemente, es algo muy importante. Afortunadamente somos muy musicales porque sino nos costaría mucho aprender a hablar o aprender idiomas.
Eduard Punset:
Es gracioso porque lo que dices es que hay una especie de canción, una especie de forma musical de hablar con los bebés como lo hacen las cuidadoras: “ah, ah, ah, ah, ha, ha, ha”, ya sabes, en realidad no les hablas, más bien les cantas.
Y según parece, dices que esto es lo que entiende el bebé. Se ha demostrado que cuando las madres hacen “tanananananana” al hablar con sus hijos, esto es muy bueno.
Stefan Koelsch:
Bueno, está claro que para que nos entiendan es importante jugar con la entonación. No sólo los adultos se entienden mucho mejor cuando no hablan con una voz monocorde sino que le ponen una cierta entonación y ritmo. En el caso de los niños, también es muy importante pues hay estudios que demuestran que si los padres no hablan con sus hijos jugando con la entonación los niños son mucho más susceptibles de padecer trastornos del habla y del lenguaje.
Eduard Punset:
Es increíble, ¿verdad? Es fantástico.
Stefan Koelsch:
Sabes, sólo con escucharte –“increíble”, “¿acaso no es fantástico?”, “increíble”, “¿acaso no es fantástico?”–, ya hay un cierto ritmo y, además, tienes una voz muy melódica, tu voz sube y baja, sabes, me muestras subiendo y bajando el tono, yendo más rápido y más despacio, dónde están los límites de las frases, dónde se acaba la frase, cómo te sientes, cuánto deseas que algo ocurra, qué deseas, cuáles son tus intenciones, y cosas semejantes.
Eduard Punset:
¿A quién se le ocurriría entonar una melodía para pedir una pizza en el restaurante? Hasta hace poco, creíamos que la música solo servía para transmitir emociones, pero Koelsch ha demostrado que también puede comunicar información semántica, como las palabras.
Si después de oír la frase "me gusta el café con azúcar" nos dan a elegir dos palabras ("leche" o "cortina"), siempre escogeremos "leche" porque tiene más coherencia semántica con la frase. Esa coherencia desata una reacción en el cerebro que se puede medir y que sucede también al escuchar música.
Por eso, después de escuchar el Terceto de cuerdas de Schönberg, todo el mundo elige la palabra "aguja". Resulta que Schönberg había dicho que esa música era una descripción de las punzadas que había sentido durante un infarto.
Stefan Koelsch:
A menudo, cuando hablamos de emociones utilizamos palabras para referirnos a algo que sentimos en nuestro cuerpo. Wittgenstein lo denominó “Empfindung” (“sensación”, en castellano).
Ahora bien, cuando utilizo una palabra para referirme a una sensación de mi cuerpo y tú utilizas la misma palabra, ¿cómo puedo estar seguro de que nos estamos refiriendo a lo mismo? Dado que no existe una correspondencia unívoca en el cerebro entre nuestras sensaciones, por un lado, y nuestros centros lingüísticos, por el otro, tiene que producirse una transformación de la información desde las sensaciones al…
Eduard Punset:
Lenguaje.
Stefan Koelsch:
Al código lingüístico.
Eduard Punset:
Y nunca se sabe…
Stefan Koelsch:
Y nunca se sabe. Pero, ¿y si utilizamos la música?, ¿y si utilizo la música para evocar algo en ti, sensaciones o “empfindung” que se parezcan a los “empfindung” y sensaciones que tengo en mi cuerpo? A veces, la música puede hacerlo mejor. Con la música podemos comunicar esa información incluso sin que se vea distorsionada por las palabras.
Eduard Punset:
De hecho, a menudo le digo a la gente o les recuerdo que el lenguaje no es como ellos creen, algo para hacerse entender sino que es un instrumento maravilloso para confundir a los demás. Creo que en el caso de la música no se puede decir lo mismo, es más veraz.
O sea que, realmente, si niños que sufren autismo pueden comunicar con otros mediante la música de una manera que no lo pueden hacer con las palabras, si ellos pueden empatizar, ponerse en el lugar de los demás, entonces, yo creo que no hay ninguna duda de que no tienen más que ganar con la música y no es seguro que siempre sea así con las palabras.


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La educación a través de la ciencia


LA EDUCACIÓN A TRAVÉS DE LA CIENCIA

         Siento admiración y respeto por la ciencia, en especial por la ciencia moderna más avanzada (la física, la biología, la astronomía, la neurociencia, la psicología, etc.), porque estas ciencias están consiguiendo superar las contradicciones y callejones sin salida a que llegó la ciencia clásica, y situarse en la avanzadilla del progreso humano, con el descubrimiento de universos, galaxias y un más profundo conocimiento de la realidad física y del propio ser humano. Todo ello augura un futuro apasionante, prometedor y lleno de esperanza (no exento de sorpresas y sobresaltos), y a la vez conlleva una nueva visión del mundo y una nueva conciencia, que están dando lugar al nacimiento de una nueva humanidad y de un nuevo orden mundial.
¿Para qué ha servido la ciencia? Ha servido para que el hombre camine un poco más seguro por la senda del progreso y la evolución, huyendo tanto de la ignorancia y el sometimiento, como de la especulación y el fanatismo. La crítica más común que la ciencia ha recibido, ha sido probablemente que no ha aportada nada, o muy poco, al aspecto interno y espiritual de la vida. Se puede responder a esto, que la ciencia -sobre todo la ciencia clásica- ha trabajado en el aspecto externo, en la manifestación de la materia, porque ha sido lo más asequible y aquello para lo que la ciencia disponía de conocimientos y de medios. Lo cual ha llevado a la humanidad a un progreso material y social desconocido, que la ha beneficiado en muchos aspectos, aunque la ha dejado paralizada, en otros, que no nos interesa mencionar, en este momento.
Por su parte, la ciencia moderna, y en especial la física de la relatividad y la física cuántica, han trascendido los límites de la materia y nos están llevando a mundos que la propia ciencia clásica no podía imaginar. Ésta vivió en la conciencia de los pares de opuestos (materia/espíritu, alma/cuerpo), de la materia de las partes separadas para un mejor análisis, y así conquistó cotas de progreso humano hasta entonces desconocidas. Pero la ciencia moderna ha dado un paso más, ha superado los pares de opuestos, al considerar que materia y espíritu, alma y cuerpo, son energía, y ha avanzado hacia la conciliación de los opuestos y hacia la conciencia de unidad.
Los grandes científicos del s. XX, como Einstein, Schrödinger, Pauli, Teilhard de Chardin, Bohm, Bohr, Capra, etc., han defendido, de una u otra manera, la idea de la unidad del universo y de la naturaleza humana. Asimismo, la reconciliación de los opuestos, como entre ciencia y religión, la encontramos en la mente de estos científicos, y en general en la ciencia moderna más avanzada, la cual vive hoy en la vanguardia del progreso humano en todos los campos del conocimiento, tanto de la materia como de la mente y el espíritu.
Por tanto, la crítica a la ciencia de que no ha aportado nada al aspecto interno y espiritual del ser humano, es injusta, hoy. En primer lugar, esta tarea habría que exigírsela, más bien, a la religión antes que a la ciencia, e incluso a la filosofía y al arte a la vez que a la propia ciencia. Ésta, en su primera etapa, la ciencia clásica, ha cumplido grandes objetivos, como es sacar a una buena parte de la humanidad de la miseria material y social en que ha vivido, y librarla del dogmatismo y la intransigencia de las iglesias. Y hoy, la ciencia moderna más avanzada está indicando el camino hacia la unidad de género humano, como no lo han hecho ni la religión ni la filosofía ni el arte.  Se podría afirmar, incluso, que la ciencia, hoy, está siendo el mejor guía espiritual de la humanidad, y hay quien afirma que podría constituirse en la nueva religión del mundo, entendiendo por ello algo completamente nuevo y mucho más auténtico de lo que las diferentes confesiones religiosas nos han mostrado hasta el momento.
En lo que se refiere al campo de la psicología, las investigaciones sobre la mente y el alma humanas, llevadas a cabo por la psicología profunda de Jung y su escuela, y por algunas de las corrientes más avanzadas de la psicología actual, han aportado un profundo conocimiento del ser humano, que hoy está presente, de alguna manera, en las escuelas más avanzadas de educación, aunque todavía no en los sistemas  educativos oficiales.
Por lo que respecta a la neurociencia, el conocimiento del sistema nervioso y del cerebro al que están llegando las más recientes investigaciones en este campo, están asombrando a la humanidad y, en la esfera específica de la educación, están  revolucionando todas las técnicas educativas.
A pesar de todo lo dicho, es justo reprochar a algunos científicos actuales (probablemente más seudo-científicos que científicos verdaderos) su defensa acérrima de aquellos principios dogmáticos de la ciencia clásica, caducos y ya superados, y sobre todo es preciso desaprobar a aquellos científicos modernos que se han puesto en manos de los intereses de las multinacionales y los ejércitos, cuya actividad va dirigida únicamente al beneficio de la élite mundial y en perjuicio de la humanidad en su conjunto, prostituyendo la propia ciencia. Esto, tengámoslo en cuenta, es la actitud de unos científicos ambiciosos, sin escrúpulos e irresponsables, e indignos de representar a la verdadera ciencia, en su auténtica consideración y excelencia, como una de las manifestaciones más elevadas del espíritu humano.
Los increíbles avances de la ciencia moderna nos acercan, cada vez más, a la creencia en una nueva dimensión de la naturaleza humana, no sólo en el sentido de un mayor desarrollo racional (más bien egocéntrico), sino, sobre todo, espiritual, es decir, de solidaridad y fraternidad, lo que ha de llevar a la creación de sociedades más armonizadas, pacíficas y tolerantes. A este respecto, podemos preguntarnos qué han descubierto las nuevas ciencias. Han descubierto un universo como síntesis, unión, totalidad (holismo), no sólo como análisis, partes fragmentadas (reduccionismo); lo cual ha de conformar, tarde o temprano, unos cambios profundos en todos los aspectos de la vida humana. Es más, esos cambios ya se están produciendo; de ahí la grave crisis mundial que estamos padeciendo, con el derrumbe de las antiguas estructuras mentales y sociales, y el nacimiento de unas nuevas. El antiguo paradigma, basado en los principios autoritarios del patriarcado y de la ciencia clásica mecanicista, está viniéndose abajo y está surgiendo, a la vez, un nuevo paradigma, nacido de las nuevas investigaciones de la ciencia moderna y de un mundo cada vez más global y más acorde con el conocimiento y las necesidades de la naturaleza humana, en su conjunto.
Cada vez que se produce la caída de un sistema y el nacimiento de otro, ello genera graves crisis y profundos enfrentamientos y conflictos, y a la vez una gran confusión y desorientación, entre lo que se va y lo que aparece. Este es el momento que ha correspondido vivir a la humanidad actual, y en especial a nuestros niños y adolescentes. Por eso, los padres y los educadores tienen, hoy, una responsabilidad especial, para orientarles en estos momentos de tanta confusión. Pero lo más grave es que, en algunos aspectos, muchos de esos padres y educadores se encuentran más desorientados aún que los propios niños. De ahí la grave crisis educativa.
¿Qué se puede y se debe hacer en estos momentos? Por lo que a la ciencia se refiere, sería necesario que todo educador estuviera al corriente de ese cambio de paradigma, al que hemos hecho referencia, como consecuencia de los nuevos descubrimientos científicos; y más en concreto, en cuanto a la psicología y la neurociencia, los educadores deberían tener conocimiento, al menos, de las aportaciones más trascendentales en esos dos campos, ya que exigen cambios fundamentales en el sistema educativo; no se puede enseñar ni educar conforme a los sistemas tradicionales, ya que están desfasados y la prueba más evidente es esta crisis educativa que sufrimos.
Pero la solución no parece fácil, tal es la gravedad del momento en que vivimos. Uno de los primeros pasos, quizás, podría ser la toma de conciencia de todas esas novedades y asumirlas, no ignorarlas. Sabemos que el conocimiento de una enfermedad es el primer paso para su curación. Y esa toma de conciencia  llevaría, automáticamente, a la búsqueda de soluciones. Pero es triste reconocer que este primer paso no se ha efectuado en la sociedad española. Sin dar este primer paso, no se puede acceder al siguiente, que sería unirse a los pocos padres y educadores que son conscientes de esa grave crisis educativa, y sobre todo escuchar y dar crédito a aquellos educadores que han demostrado su conocimiento de lo que es la verdadera educación; por cierto, todos ellos -o casi todos- marginados de los puestos de responsabilidad de las administraciones educativas.
De esta forma, la sociedad española tendrá que esperar aún, no sé si poco o mucho tiempo, para encontrar la solución a la crisis educativa, con todo lo que ello supone respecto al deterioro social de los jóvenes y de la sociedad en general. No es culpa de la ciencia ni de la educación, en sí mismas, sino del retraso mental y social de nuestra sociedad.

Julio Ferreras, excatedrático de IES, educador