En la educación de la sensibilidad, Les Luthiers ocupan un lugar destacado, a lo largo de más de medio siglo, debido a su talento, su originalidad y su elevado sentido del humor
Les Luthiers: Origen y
Trayectoria
A comienzos de los años
60, se desarrollaba en la Argentina una intensa actividad coral universitaria.
Todos los años se realizaban festivales corales nacionales, cuya sede iba
rotando entre distintas ciudades. Duraban una semana y representaban un importante
acontecimiento cultural.
En 1965, el joven arquitecto Gerardo Masana, quien cantaba en el coro de la facultad de Ingeniería
de la Universidad de Buenos Aires, compuso la Cantata Modatón, cuya
letra estaba basada en el prospecto de un laxante.
La idea era estrenar esa obra en el encuentro que se realizaría ese año en la
ciudad de Tucumán, como parte de las humoradas informales que solían hacer los
estudiantes para amenizar el cierre de los festivales. Se trataba de divertir a
la audiencia con la parodia de una cantata al estilo de Johann Sebastian Bach,
interpretada por solistas, coro y una orquesta de exóticos instrumentos
construidos por los mismos estudiantes.
La Cantata Modatón –que más adelante pasaría a llamarse
Laxatón- reunió por primera vez en un escenario a cinco futuros integrantes de Les
Luthiers: Marcos Mundstock, Daniel Rabinovich, Carlos Núñez
Cortés, Jorge Maronna –de sólo 17 años- y Gerardo Masana, autor e impulsor del
proyecto.
El éxito fue rotundo; nadie esperaba semejante despliegue de originalidad y
talento en un festival amateur. La revista Confirmado publicó un artículo donde
resaltó a la Cantata Laxatón como el hecho más destacado del
festival.
Poco después, un periodista les ofreció contactarlos con el dueño de un teatro
para realizar una serie de funciones. Pero para eso, necesitaban un nombre.
Optaron por I Musicisti, parodiando al
conjunto barroco italiano I Musici.
¿Música? Sí, claro, fue el título del primer espectáculo
de I Musicisti, estrenado en 1966. El mismo fue
decisivo para que, poco después, el grupo pudiera ser aceptado en la
programación del célebre Instituto Di Tella, un centro cultural de vanguardia
cuyas obras, llamadas a revolucionar las concepciones artísticas de la época,
causaban una gran polémica.
El nuevo espectáculo se bautizó IMYLOH (I Musicisti y las óperas
históricas). La
repercusión fue notoria, tanto entre la crítica especializada como entre el
público. Pero una serie de desacuerdos entre los integrantes del grupo,
motivaron que en septiembre de 1967 Masana decidiera separarse, llevándose sus
partituras y sus instrumentos. Inmediatamente se fueron con él Mundstock,
Rabinovich y Maronna. Carlos Núñez Cortés se les sumaría un año y medio más
tarde.
Por sugerencia de Maronna, los “disidentes” adoptaron el nombre de Les Luthiers, y volvieron al Di Tella en
noviembre de ese año, con el show Les Luthiers cuentan la ópera.
A fines de 1969 se sumó al grupo Carlos López Puccio. Les
Luthiers adquirió
así su conformación definitiva, que sólo se vería alterada por el paso de
Ernesto Acher (quien se incorporó en 1971 y se retiró en 1986) y el
fallecimiento de Masana, en noviembre de 1973 (con tan solo 36 años), producto
de una enfermedad terminal.
Su desaparición fue un duro golpe para los luthiers. Hasta el día de hoy, en
todos los programas de mano de los espectáculos del conjunto se lee: “Fundado
por Gerardo Masana en 1967”.
Los años 70 fueron sumamente prolíficos para el conjunto: lanzaron cinco
discos, presentaron diez espectáculos, y realizaron giras internacionales que
los llevaron a Uruguay, Venezuela, España, México, Chile y Brasil, país en que
presentaron un show traducido al portugués.
Los logros continuaron durante los años 80. Les Luthiers siguió sumando países a sus
giras, tales como Colombia, Paraguay, Perú, Cuba, Israel y Ecuador.
En esta década el conjunto realizó además tres funciones inolvidables. La
primera (1980) tuvo lugar en el Lincoln Center de Nueva York, con un espectáculo
traducido al inglés.
La segunda –tal vez la más memorable- fue el 11 de agosto de 1986, día en que
se presentaron en el Teatro Colón de Buenos Aires, uno de los grandes templos
de la lírica mundial, lo que significó un importante reconocimiento a la
trayectoria del grupo. Y dos años más tarde, el 26 de diciembre de 1988, con
motivo de la celebración de los cinco años de la recuperación de la democracia
en la Argentina, realizaron una actuación sobre un enorme escenario montado en
las avenidas 9 de Julio y Libertador, ante más de 50.000 personas.
En 1995 asumió la representación del conjunto Lino Patalano, un reconocido
productor artístico, manager de destacadas figuras, como el bailarín Julio
Bocca y la actriz Norma Aleandro. Patalano dio un renovado impulso a la
proyección internacional de Les Luthiers. Como
consecuencia, el grupo intensificó sus giras por España y las principales
capitales latinoamericanas.
El 21 de agosto de 2000 Les Luthiers volvió al Teatro Colón, con una
función a beneficio del Collegium Musicum de Buenos Aires, acompañado por la
Camerata Bariloche, con la que posteriormente presentaron otro espectáculo, El grosso concerto.
La abrumadora demanda de entradas de Les Luthiers en la Argentina hizo que
en 2004, el conjunto buscara un lugar de mayores dimensiones para sus
temporadas en Buenos Aires. Así, cambiaron al Teatro Coliseo, que fue su “sede”
durante casi 30 años, por el Gran Rex, con capacidad para 3.300 espectadores
(casi 1.500 más que el Coliseo). La reacción del público superó las
expectativas: Ese año hicieron 43 funciones.
En enero de 2005, el grupo se presentó en el 45° Festival Nacional de
Folclore de Cosquín, en la provincia argentina de Córdoba. Allí, 11.000
espectadores celebraron y aplaudieron el repertorio folclórico que Les
Luthiers preparó
para esa ocasión; fue otra función inolvidable para todos sus integrantes.