lunes, 19 de noviembre de 2012

MÚSICA, EDUCACIÓN Y VIDA



MÚSICA, EDUCACIÓN Y VIDA
(Julio Ferreras)

Con este título pretendo presentar, en este blog, estos tres conceptos: música, educación y vida, insuficientemente considerados en los estamentos de la cultura programática oficial. Las tres están estrechamente unidas entre sí y constituyen tres aspectos fundamentales en el devenir de todo ser humano individual y de la propia humanidad en su conjunto. Basta analizar los niveles de estos tres conceptos, en cuanto a su conocimiento y desarrollo en una sociedad determinada, para conocer el verdadero nivel de progreso y bienestar social y humano de esa sociedad.

Es preciso reconocer que las tres -música, educación y vida- sufren muchas incomprensiones y conceptos erróneos, en nuestro mundo occidental. ¿Cuántos han recibido una educación musical?, y lo que es aún más simple, ¿quién ha recibido una verdadera educación? Y finalmente, ¿quién ha sido educado en el respeto y el amor a la vida? Quitemos de la existencia humana estos tres hechos. ¿Con qué nos quedamos? Con un ser humano sordo, insensible y ciego. ¿Qué puede ser de él? ¿Qué sentido tiene la existencia humana sin el conocimiento y el disfrute de la belleza de los sonidos, sin la educación que lleva al conocimiento y la realización de sí mismo, y sin la conciencia del hecho más fascinante de la existencia, la vida?

Por eso están tan ligadas las tres: música, educación y vida. En cuanto a la música y la educación, recordemos que los filósofos pitagóricos daban una gran importancia a la educación, cuyo objeto era conseguir la moderación y el dominio de uno mismo, imitando el orden y la armonía del universo, y la mejor forma de conseguirlo era a través de la música. Goethe daba una gran importancia pedagógica a la música, al considerarla como la base de la enseñanza. Y el pedagogo y filósofo R. Steiner, hablando de la educación del niño en los siete primeros años, decía: “El niño privado en esta época del cultivo beneficioso del sentido musical, se verá empobrecido para toda su vida ulterior”.

Respecto a la música y la vida, baste recordar que la buena música sólo puede surgir cuando existe, en el compositor, una fe y un entusiasmo por la vida. Algo así expresa el poeta y crítico musical, W. J. Turner, en su libro “La música y la vida”. Nietzsche decía que sin música la vida sería un error, y Liszt afirmó: “La música es el corazón de la vida. Por ella habla el amor; sin ella no hay bien posible y con ella todo es hermoso”. Se puede decir que una vida sin música es como un jardín sin flores. Esa fe y ese entusiasmo por la vida es lo que lleva al músico a su gran desarrollo mental y espiritual, a superar los recursos puramente técnicos e intelectuales, a ser sensible a los sonidos más que a las emociones. Por eso, Turner afirma que la música es grande cuando expresa alguna idea profunda del universo, alguna verdad inmortal o algún estado sobrenatural de la conciencia. Todo ello es sinónimo de vida, de ahí que la mejor calificación que podemos hacer de una obra musical o de un intérprete, es que está lleno de vida. El pianista nómada Marc Vella y su "Caravana amorosa" son, hoy, uno de los mejores ejemplos de lo que es la música y la vida.

En cuanto a la educación y la vida, decía el matemático y filósofo inglés, A. N. Whitehead: “Sólo hay una materia de estudio en la educación, y ésta es la vida en todas sus manifestaciones”. Por su parte, Krishnamurti, como educador, tenía siempre presente la importancia de la educación y la vida, de las que hablaba constantemente y a las que consideraba siempre unidas. Se dice de la educación que es no sólo una preparación para la vida, sino la vida misma. En efecto, la educación es el hecho principal de la vida humana, ya que influye directamente en todos los aspectos de la vida diaria. Cada ser humano es lo que la educación ha hecho de él. De ahí la importancia de que todo un pueblo, un municipio, un barrio, una familia, se impliquen en la educación de sus ciudadanos, debido a su incidencia directa en la vida de ese pueblo, ese municipio o ese barrio. Y por eso, precisamente, el fracaso escolar es un fracaso de todos: alumnos, padres, familia, municipio, etc.

Así pues, estos tres conceptos están totalmente aunados y se complementan de tal forma que resulta siempre grato alternarlos. Por eso, pretendo que la música acompañe, con frecuencia, las entradas de este blog. Me refiero, aquí siempre, a la música que armoniza nuestro ser, aquella que nos eleva sobre las miserias humanas, como dijo Beethoven, y aquella otra que, por muy simple que sea, aporta siempre algún valor humano.

Por ejemplo, esta hermosa melodía de Reynaldo Hahn, La Barchetacon la bella voz del tenor Anthony Rolfe Johnson.





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