lunes, 24 de septiembre de 2012

Teilhard de Chardin y la educación



¿SERÁ TEILHARDIANA LA EDUCACIÓN DEL FUTURO?
por el Dr. Agustín de la Herrán Gascón (1)



Poquísimos profesores y pedagogos se han percatado de la capacidad educativa de la obra de Teilhard de Chardin. Esto es lógico, al menos a causa de dos haces de razones: de una parte las personales, que aludirían al hecho de que los más veteranos y cultos le ignoren, y que a casi nadie de la última generación le suene siquiera; en segundo término, las razones epistemológicas, relativas a que a Teilhard de Chardin no se le incluya tradicionalmente dentro de los teóricos de la educación.
Sin embargo, como decía sir A.J. Toynbee, Teilhard fue "Un gran hombre de ciencia y una gran alma. Su trabajo da a nuestra generación la amplia visión que necesita perentoriamente". Y es cierto que alcanzó de pleno a una generación. Quizá, por ello, pueda ser válido suponer que lo que fue increíblemente positivo para una, lo pueda ser, mutatis mutandis, para sus descendientes, sobre todo, cuando se trata de cuestiones relativas a la humanidad. Probablemente sea susceptible de transferencia al momento presente la mayor parte de su obra, porque, como sucede con las producciones perennes, no está determinada por la circunstancia, ni condicionada por la temporalidad.
Pero hay algo más. Teilhard de Chardin fue un meditador de la maduración interior de la condición del ser humano, individual y colectivamente entendido. Y confió expresamente en la educación como el único procedimiento social de evolución humana. Por conjugar educación y evolución, fue algo más que un filósofo de la educación.
Por desgracia, los cuestionarios ministeriales, la formación del profesorado, la investigación pedagógica, la enseñanza en general, las administraciones educativas, las editoriales de textos escolares y profesionales, etc. no parecen estar interesadas en la evolución, como en la curación, la corrección, la prevención, la normalización, la integración o la mejora hacia la adaptación y el desarrollo social.
Un aporte teilhardiano (inspirado en su obra) cubriría entre otras las siguientes pautas fundamentales:
  • a) Consideración permanente del concepto y el fenómeno de la humanidad, dentro de las reformas educativas parciales de cada sistema.
  • b) Conceptuación de la vida humana como un fenómeno incluido en una escuela (el mundo) susceptible, por tanto, de un "proyecto de centro", de unos "objetivos generales de cada etapa de formación", de una "metodología" (globalmente entendida), de unos "criterios de evaluación periódica", de unos "contenidos mínimos" que, desde el marco del centro educativo, han de atenderse, etc.
  • c) Trabajo de los diferentes sistemas y subsistemas educativos (administración, centro, aula), tomando como fuente de criterio preferente esa dimensión evolutiva, sobre otras pretensiones menores.
  • d) Conceptuación de la educación como fuente institucional cuyo fin último es la evolución humana, y cuyos fines de proceso para ir lográndola sean la convergencia y la unidad del ser hombre.
  • e) Atención administrativa, en todos sus niveles: local, autonómico, nacional, internacional y mundial a aquellos sistemas sociales, cuyas pretensiones y logros no sean parciales y egocéntricos, o sea, que coloquen sus intereses y sus realizaciones más allá del propio progreso, del propio "ismo", para favorecer la dinámica de convergencia y cooperación universal, en la tarea conjunta de la "humanización" de la vida, en cuya fase de "hominización" nos encontramos.
  • f) Favorecer la occidentalización del pensamiento y la vida oriental, y la orientalización del pensamiento y el modo de vida occidental.
  • g) Aprender a interpretar y a comprender la parcialidad definitoria de los "ismos", así como el modo de superarla (totalizarla), por desidentificación y convergencia.
  • h) Investigación en el aula, a todos los niveles, hacia la búsqueda del compromiso humano con el quehacer ordinario o extraordinario de cada persona con la transformación social y el mejoramiento de la vida.
  • i) Inclusión en todas las enseñanzas superiores de una parte específicamente destinada a la promoción de la condición humana, más allá de la cualificación humana.
  • j) Desarrollo de didácticas fundamentadas en la idea de "ser más", en lugar del exclusivo "bien-estar" a que, en última instancia, se conduce a los educandos, teniendo en cuenta que ambas pretensiones son perfectamente compatibles.
  • k) Hincapié en la responsabilidad inherente al hecho de existir, y del derecho-deber de trascender positivamente, en un marco funcional de posible evolución humana, por medio de toda conducta (especialmente del estudio, el trabajo y el esfuerzo conjunto).
  • l) Aprender a sufrir: toda negatividad tiende a transformarse en positividad.
  • m) Aprender a amar, y a contribuir al proceso creciente de "amorización" de la humanidad.
  • n) Comprender el significado esencial de toda conducta: nada de lo realizado se pierde; todo trasciende. Las ideas se aprovechan cuando se está preparado para asimilarlas. No tiene sentido apresurar el progreso por encima del ritmo natural de la evolución, que le envuelve.
  • o) Aprender a perder el miedo a la muerte, por su significado en el marco dinámico de la evolución. Cada muerte es un paso hacia la noosferización o evolución humana cada vez más consciente.
  • p) Cultivar la autoconciencia de ser en evolución. Como decía el mismo Teilhard de Chardin, citando a Julian Huxley: "el hombre no es más que evolución que se hace consciente".
  • q) Cultivar la autoconciencia de ser hijo de Dios, sin ser algo aparte de Dios.
  • r) Cultivar el sentimiento y la experiencia de universalidad, y el optimismo y entusiasmo por la existencia, que de ello espontáneamente se deriva.
  • s) Cultivar la religión como un factor de unidad humana real, más allá de sí misma -no como fórmula normativa, exógena, textualista e institucionalista-, y convertirla en referente para la vivencia mística personal, íntima y no-egótica.
  • t) Formación profunda de los profesores, hacia la enseñanza de todo lo anterior, desde la coherencia y su consecuente madurez.
  • u) Formación profunda de los profesores, no sólo hacia la reflexión de su conducta, sus intervenciones, sus tomas de decisiones, etc.; sino, sobre todo, hacia la disolución del ego docente, la potenciación de su autocrítica, la meditación y el aumento de conciencia convergente, para desembocar en una mayor evolución personal, capacidad de penetración cognoscitiva y equilibrio personal.
El mundo necesita unos fundamentos para una nueva educación y una redefinida Pedagogía capaces de justificar una didáctica nueva, no parcial, insesgada, limpia y totalizada, ejercida por un profesorado más maduro, más asceta y mucho más profundo (verdaderos maestros) que, por estar capacitado para serlo, sea más dueño de su escuela que en la actualidad (A. de la Herrán Gascón, 1993).
Sólo por medio de la educación puede mejorarse la humanidad, paulatinamente, por dos razones a priori:
a) La mayoría de los problemas humanos tienen una raíz educativa; es lógico, pues, que la institución de la educación sea la encargada de protagonizar el proceso de cambio profundo. b) La institución educativa es la que dispone de mayores garantías de no-parcialidad o menos sesgo -o debería serlo-, para potenciar una revolución educativa centrada en la promoción de la evolución humana, más allá de los intereses polarizados en lo entendido como propio.
Una escuela motivada por la necesidad de promover la capacidad de evolución de cada ser humano desde que es pequeño, podría ser la inyección de estimulante orientación que el ser humano necesita hoy, para poder acceder a una bondad abierta y a una mentalidad y un sentir verdaderamente universales. La veta, el crisol de conocimientos podría tomar en cuenta la obra de Teilhard de Chardin. 


(1) El Dr. Agustín de la Herrán Gascón es profesor titular del Departamento de Didáctica y Teoría de la Educación de la Facultad de Formación de Profesorado y Educación de la Universidad Autónoma de Madrid. Ha impartido conferencias y acciones formativas en todos los niveles educativos, tanto en España como en varios países de Latinoamérica, habiendo recibido varios premios académicos.

 

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