Educación sexual: Paradoja de una necesidad postergada*
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Nuevamente está la discusión
sobre la pertinencia de realizar educación sexual. Discusión donde se exhiben
anécdotas individuales, polémicas estériles, debates morales, discusiones
científicas (y pseudo-científicas), manifestaciones impulsivas, discursos de
todo tipo. Todo para resolver lo que se plantea como
dilema/necesidad/problema.
Lo curioso de esta historia es que, mientras se
discute la validez de hacerla, se la está haciendo sin planificación, ni
objetivos, ni seriedad. Es aquí la mayor irresponsabilidad, negligencia y
ceguera de las personas que se oponen a la educación sexual y algunos de los
que creen que la favorecen.
Existe una educación sexual informal
permanente, si entendemos como educación sexual el mostrar, enseñar, inducir,
promover y valorizar comportamientos que tienen que ver con lo sexual. Eso se
hace día a día. Cada persona recibe mucha información y estímulos sobre
cuestiones sexuales de manera permanente (estereotipos sexuales en la
publicidad, por ejemplo). Hay, de ese modo, una educación sexual que
no está estructurada, ni pensada, ni planeada y que se realiza mientras los
grandes moralistas, intelectuales y demás están discutiendo si se debe o no
dar una educación sexual ordenada o formalizada.
Somos responsables por no contrarrestar esa
"educación sexual" que existe y que genera discriminación,
embarazos adolescentes, violencia interpersonal, incapacidad para resolver
conflictos, infelicidad. Somos responsables de no dar una educación sexual
acorde con las necesidades de las personas.
La sexualidad es relacional, no como
restricción a actos sino como intercambio entre las personas. Cada individuo
va recibiendo todos los estímulos de su medio, los va leyendo en función de
sus aptitudes y de ese modo va asimilando actitudes para su vida. La
educación sirve para que se puedan mejorar las aptitudes de los individuos y
favorecer sus actitudes frente a lo cotidiano. Por ello, la educación
sexual debe facilitar y enriquecer ese proceso por el cual la persona se
confronta con el otro descubriendo sus diferencias, y sus riquezas.
Por eso creemos que frente al debate sobre la
educación sexual tenemos dos opciones muy claras. La primera opción es dejar
que los otros, de forma informal y sin ningún objetivo concreto, con muchos
mitos y deformaciones propias de creencias inadecuadas y conocimientos
sesgados, sigan produciendo una educación sexual que muchas veces negamos. La
segunda es tomar el "toro por las astas" y apuntar a un proceso
educativo que desarrolle conductas que tiendan "inevitablemente" a
la equidad como bien, a los derechos humanos como fundamento de la
interrelación y a la felicidad como una necesidad y aspiración concreta de
todos y cada uno.
Sobre el debate "Educación sexual"
En el debate sobre la educación sexual que
aparece en los medios existe una confusión (tal vez intencional) por utilizar
educación sexual (desarrollar las aptitudes y favorecer las actitudes en las
cuestiones relacionadas con la interrelación entre las personas en una
sociedad determinada) para referirse sólo a información sexual (cómo funciona
un cuerpo y cómo ese cuerpo debe prevenir enfermedades y situaciones que
pueden generarle problemas a su salud).
Lo urgente parece ocultar lo importante. De ese
modo dos cosas diferentes se utilizan indistintamente. Así, la información
sexual llega a cuentagotas a las personas. En cambio la educación sexual, por
su parte llega de manera masiva a través de lo cotidiano (escenas familiares,
programas televisivos, estereotipo en la publicidad, currículo oculto, etc.).
La información sexual son datos y herramientas
que sirven y que es bueno conocer. Es saber qué conviene hacer o no y conocer
los riesgos. La información sexual, por ejemplo, es advertir que el
preservativo previene la infección con VIH. Es dar información que puede
contribuir a la prevención siempre y cuando las personas puedan desarrollar
aptitudes para utilizar la información que se tiene, eso es educación sexual.
Debemos comprender que la educación sexual es
otra cosa que información, es facilitar que las personas sean capaces de
hablar sobre sus preocupaciones, sus miedos, sus deseos, los problemas en sus
relaciones (formales, circunstanciales, estables o pasajeras). Es desarrollar
aptitudes para que las personas sean capaces, por ejemplo, de utilizar el
preservativo en las relaciones, pero sobre todo, estén preparados para
construir vínculos en los que puedan dialogar, resolver conflictos, evitar la
violencia, en definitiva se sientan bien en las relaciones que tengan.
La información sexual es importante. La
educación sexual es imprescindible.
Confundirlas para hacer el debate más largo y
de ese modo postergar el inicio de una educación sexual necesaria y útil es
impedir que las personas desarrollen actitudes para favorecer su salud.
Recordando que la salud no es la ausencia de enfermedad, sino el bienestar
integral de las personas.
Descubrirnos un día formalizando la Educación
sexual, es asumir que podemos lograr crear espacios para que cada niño,
niña, adolescente, "adolescenta", muchacho, muchacha, varón
y mujer sean capaces de discutir sus diferencias, sus necesidades, sus
limitaciones.
*Dr. Francisco Juan José Viola
Doctor en psicología: orientación familia y sexualidad. Médico. Licenciado en Ciencias de la familia y de la sexualidad f_j_viola@hotmail.com |
martes, 25 de septiembre de 2012
Educación sexual
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