miércoles, 26 de septiembre de 2012

PARA QUE UNA REFORMA EDUCATIVA NAZCA BIEN

PARA QUE UNA REFORMA EDUCATIVA NAZCA BIEN
Agustín de la Herrán


Aunque a la educación nadie la ha visto desnuda jamás, podemos asegurar que no es ni debe ser nacionalista, ni confesional, ni sesgada, ni parcial, ni está teñida de nada, sino estar volcada al futuro desde lo universal, y para ello, pretenderlo es respetarla y entenderla como la actividad más noble que pueda realizar el ser humano. Sin embargo hoy, como ayer, las Administraciones educativas (políticas, editoriales e investigadoras) de todos los signos y tendencias están más pendientes de que la escuela se sepa nutrir, que de que se autoabastezca; de que no cree para hacer, sino que haga lo que se le decrete y preceptúe. Operan sobre ella como con otros sistemas sociales, y la escuela no fue, ni es, ni será un sistema social más. 
La dinámica administrativa de altas leyes, baja formación y malas condiciones de trabajo docente facilita el manejo de la institución escolar y que no se haga labor desde la escuela: las decisiones, o se le dan hechas, o se le impera a que las retome como se le dan. La mayoría de los leguleyos, editorialistas e investigadores que dictan su caminar no han sido profesores, y por tanto no pueden conocerla. De aquí que se la trate geográficamente, cuando su naturaleza es molecular. Por eso la educación sólo se remoza, y con cada reforma educativa se deja siempre por hacer la reforma de la educación. Las reformas no se hacen bien, pero se carece de humildad para ceder el paso a los que saben y deben desarrollarlas. Debemos repensar a Sócrates.

DE LAS REFORMAS EDUCATIVAS. A escala mundial, una gran parte de las reformas educativas son normalmente criticables, al menos, por los siguientes argumentos:

a) Duran poco, menos de lo que necesitan para cuajar: Una de las conclusiones del Informe de J. Delors et al. (1996), se refiere precisamente a esto: La necesidad de que las reformas se desarrollen en un plazo suficiente. El exceso de reformas sucesivas casi siempre opuestas actúa    en contra de la reforma de la educación.

b) Se gestan y administran, tácita y expresamente, por poderes con intereses distintos a los que pudieran manifestar los profesionales de la didáctica y la práctica pedagógica, preocupados esencialmente con su actividad, que son los principales afectados. ¿Cuántos diseños de reforma cuentan con los docentes de todas las etapas educativas, activamente y desde el principio, para su diseño?

c) Por tratar la educación, están ligadas a un factor de popularidad muy significativo. Por tanto, al estar destinadas a la modificación de un tema tan permeable y opinable, han de conllevar, como garantía de éxito, comprensión y evidencia, con lo que su profundidad, menos comprensible y evidente, suele ser secundaria y tratarse en más escasa medida. Una parte importante de esa profundidad se refiere a la necesidad de completar, intensificar y alargar la formación del profesorado (M. Á. Santos Guerra, 2000), que exigiría, además, no sólo un cambio cuantitativo (más sobre lo mismo), sino una reorientación o cambio cualitativo sensible y profundo.

d) De todos modos, las administraciones que mueven las reformas jamás podrían llegar a la esencia de la evolución de la didáctica, porque, por naturaleza, ésta no puede prescribirse. Ni siquiera aunque se prescriba que nada se prescribe por no ser prescriptiva, como normalmente se asume, sin reparar en que tal razonamiento es una imposibilidad sobre un sinsentido.

e) Por exclusión, se centran en un sistema educativo y en un periodo de tiempo breve, que no se relaciona generosamente con la reforma que se está acometiendo en un país vecino o lejano.
Luego no reforman la educación, ni siquiera la práctica educativa, sino la estructura y la política sistémica en la que se va a continuar introduciendo, básicamente, los mismos aciertos y los mismos errores.

f) No están interesadas en su autocrítica radical (a pesar de ser ésta una característica deseable para todo sistema sano), retomando sus repercusiones egóticas (identificación política, editorial, de "paradigmas", de nacionalidades, de prejuicios confesionales, de preferencias sesgadas, de la vanidad de sus promotores, del propio sistema educativo, de los intereses sociopolíticos condicionantes, etc.).

g) Los procesos de transformación se arraigan en motivaciones egóticas. Tienden a atender o transformar, con preferencia, todo aquello que vaya a reportar a sus administradores una serie de logros evidentes constatables a corto o medio plazo, para que los brazos ejecutores de su administración puedan atribuirse, al poco de sembrar, los frutos de la cosecha. En realidad, esta actitud es incompatible, de nuevo, con la naturaleza de la educación, para la que no es fácil determinar el momento y el tipo de cobranza.

h) Quienes tienen el poder y la administración están más preocupados por la apariencia de la cantidad, que por la calidad misma de lo que a toda costa quieren ver o precisan justificar antes de su desaparición política.

i) Una vez legislada y desarrollada, se induce y persuade a los profesionales directamente afectados a ir tras ella. Unas veces, el imperativo es inicial (modelos cerrados) y en otros es progresivo (modelos pseudoabiertos). Luego, en sentido estricto, se les impera a trabajar pegados al pasado. ¿Y no es, acaso, este planteamiento otra vez contradictorio, si se reconoce a
la comunicación didáctica y, por extensión, a la educación en su globalidad, como una permanente innovación educativa?

j) Por estructurarse en sistemas educativos de cuna y tradición nacionalista, las reformas no forman parte de ninguna macrorreforma universal (o metarreforma) clarividente, capaz de centrarlas, supraorientarlas y darlas un sentido histórico prospectivo, de acuerdo con unas pretensiones que favorezcan una función más trascendente. Tienden a mejorar lo que aparece, apoyándose en el pasado, condicionada por el presente y dando la espalda al futuro posible. Sin sentido, sin flecha, no tienen norte noogenético.

En toda reforma educativa hay, al menos, dos intenciones de fondo, muy entrelazadas, que tienden a evidenciarse con el tiempo:
a) La primera parece ser el mantenimiento del protagonismo y del vigor de los tres vértices administrativos básicos. Es imprescindible que ellos aseguren sus funciones, para poder continuar controlando a la escuela más seguramente.

b) La segunda es la inhibición del protagonismo legítimo de la escuela. Es indispensable mantener el sistema educativo lo suficientemente debilitado y poco consciente, como para ser empleado como instrumento de poder y de influencia social en función del ego administrativo de turno.

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